Amauta 53 GERMAN ARCINIEGAS. EL HOMBRE, LA BESTIA LA FLOR.
EL MISTERIO DE LA CALLE 57 S necesario empezar por un título equívoco, que atraerá hacia estas líneas la atención de los lectores de folletín y distraerá la de quienes deberían conocerlas. Pero la calle 57 es un caso fenomenal. Lo que usted buscaba no se encuentra en Nueva York: recorrerá en vano desde las calles del muelle hasta la 263, y desde las orillas del Hudson hasta las últimas avenidas del Oeste: y encontrará que en Nueva York hay todo, hay lo previsto y lo imprevisto, todo, menos lo que usted buscaba. usted sentirá el deseo de huír, de descansar la planta dolorida en un pobre suburbio europeo. Sentirá usted el peso incalculable de los museos que no logran convencerlo, de los edificios en donde se han confundido todas las lenguas, desde la lengua corintia hasta la lengua atrevida de los arquitectos rusos; sentirá el fastidio de la riqueza tirada como una bestia vulgar en los mármoles de los salones de cine; sentirá la aburrición de los récords.
Pero cualquier día llegará a la calle 57. Llegará usted a la calle 57 y le devolverá la lentitud a sus pasos y tendrán algún alivio sus nostalgias.
LO QUE VA DE INGRES AL ULTIMO QUE LLEGA no es que en la calle 57 se hayan cerrado todos los circuitos comerciales. En Nueva York el comercio es una obligación que parece impuesta por los judíos, y se cumple hasta en las esferas metafísicas.
Pero en la calle 57 hay una sala aparte para las acuarelas de Rodin y hay otra sala aparte para los óleos de Jacques Zucker, joven pintor de Bezalel, la escuela de bellas artes de Egipto. En la calle 57 ve usted las obras en donde ingres resumió la experincia de su siglo, y ve las obras de quienes solo exhiben la inexperiencia de nuestra época. En la calle 57 dialogan los pintores que llegan con los que ya se han ido y los curiosos han instalado allí un observatorio para buscar las nuevas expresiones del arte. En la calle 57 hay compartimentos que se abren con mucha amabilidad para los que sueñan. Este es el gran misterio de la ciudad que ha sacrificado mayor número de encantos antiguos.
LA MUCHACHA QUE VIVIO EN EL AFRICA El pintor desconocido de hoy es el pintor que no trabaja ni a la manera de Picasso, ni a la manera de Henri Matisse. La mayor parte de los artistas de la hora actual tomaron la manera de los precursores del arte nuevo, pero no su independencia, la rebeldía de su espíritu, el deseo de afirmar su personalidad con adquisiciones propias que tuvieron una consciencia clara de sí mismas. Por eso el crítico de nuestro tiempo tiene que avanzar entre dos aguas y bucear en medio de un mar de mistificaciones.