BourgeoisieDemocracyFascismJosé Carlos MariáteguiNihilism

Amauta pueden vivir fecundamente. La filosofía relativista nos propone, por consiguiente, obedecer a la ley del mito.
Pirandello, relativista, ofrece el ejemplo adhiriéndose al fascismo. El fascismo seduce a Pirandello porque, mientras la democracia se ha vuelto escéptica y nihilista, el fascismo representa una fé religiosa, fanática, en la Jerarquía y la Nación. Pirandello, que es un pequeño burgués siciliano, carece de aptitud psicológica para comprender y seguir el mito revolucionario. El literato de exasperado escepticismo no ama, en política, la duda. Prefiere la afirmación violenta, categorica, apasionada, brutal. La muchedumbre, más aún que el filófoso escéptico, más aún que el filósofo relativista, no puede prescindir de un mito, no puede prescindir de una fé. No le es posible distinguir, sutilmente su verdad de la verdad pretérita o futura. Para ella no existe sino la verdad. Verdad absoluta, única, eterna. Y, conforme a esta verdad, su lucha es, realmente una lucha final.
El impulso vital del hombre responde a todas las interrogaciones de la vida antes que la investigación filosófica. El hombre iletrado no se preocupa de la relatividad de su mito. No le sería dable siguiera comprenderla. Pero generalmente, encuentra, mejor que el literato y que el filósofo, su propio camino. Puesto que debe actuar, actúa.
Puesto que debe creer, crée. Puesto que debe combatir, combate. Nada sabe de la relativa insignificancia de su esfuerzo en el tiempo y en el espacio. Su instinto lo desvía de la duda estéril. No ambiciona más que lo que puede y debe ambicionar todo hombre: cumplir bien su jornada.
Junio 1925. LA PAZ DE VERSAILLES CONFERENCIA DE JOSE CARLOS MARIATEGUI EN LA UNIVERSIDAD POPULAR Paz de Versailles es el punto de partida de todos los problemas económicos y políticos de hoy. El tratado de paz de Versailles no ha dado al mundo la tranquilidad ni el or den que de él esperaban los Estados. Por el contrario ha aportado nuevas causas de inquietud, de desorden y de ma.
lestar. Ni siquiera ha puesto definitivamente fin a las operaciones marciales. Esta paz no ha pacificado al mundo. Después de firmarla, Europa ha continuado en armas. hasta ha continuado batiéndose y ensangrentándose parcialmente. Asistimos hoy mismo a la ocupación del Ruhr que es una operación militar. que crea entre Francia y Alemania una situación casi bélica. El tratado no merece, por tanto, el nombre de tratado de paz. Merece, más bien, el nombre de tratado de guerra, Todos los estadistas, que acarician la ilusión de una reconstrucción europea, juzgan indispensable la revisión, la rectificación, casi la anulación de este tratado que separa, enemista y fracciona a las naciones opeos; que hace imposible, por consiguiente, una politica de colaboración y solidaridad europea; y que destruye la economía de Alemania, parte vital del organismo europeo. Con este motivo, el tra