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Amauta según estas teorías, buscar una verdad absoluta. La verdad de hoy no será la verdad de mañana. Una verdad es válida solo para una época. Contentémonos con una verdad relativa.
Pero este lenguaje relativista no es asequible, no es inteligible para el vulgo. El vulgo no sutiliza tanto. El hombre se resiste a seguir una verdad mientras no la cree absoluta y suprema. Es vano recomendarle la excelencia de la fé, del mito y de la acción. Hay que proponer una fé, un mito, una acción. Dónde encontrar el mito capaz de reanimar espiritualmente el ord que tramonta? pregunta exaspera la anarguía intelectual, la anarquía espiritual de la civilización burguesa. Algunas almas pugnan por restaurar el medio Evo y el ideal católico.
Otras trabajan por un retorno al Renacimiento y al ideal clásico. El fascismo pon boca de sus teóricos, se atribuye una mentalidad medioeval y católica; cree representar el espíritu de la Contra Reforma, aunque por otra parte, pretende encarnar la idea de la Nación, idea típicamente liberal. La teorización parece complacerse en la invención de los más alambicados sofismas. Mas todos los intentos de resucitar mitos préteritos resultan en seguida destinados al fracaso. Cada época quiere tener una intuición propia del mundo. Nada más estéril que pretender reanimar un mito extinto. Jean Bloch, en la revista Europe. escribe a este respecto palabras de profunda verdad. En la catedral de Chartres ha sentido la voz maravillosamente creyente del lejano Medio Evo. Pero advierte cuánto y cómo esa voz es extraña a las preocupaciones de esta época. Sería una locura escribe pensar que la misma fé repetiría el mismo milagro. Buscad a vuestro alrededor en alguna parte, una mística nueva, activa, susceptible de milagros, apta a llenar a los desgraciados de esperanza, a suscitar mártires y a transformar el mundo con promesas de bondad y de virtud. Cuando la habréis encontrado, designado, nombrado no seréis absolutamente el mismo hombre.
Ortega y Gasset habla del alma desencantada. Romain Rolland habla del alma encantada. Cuál de los dos tiene razón?
Ambas almas coexisten. El alma desencantada de Ortega y Gasset es el alma de la decadente civilización burguesa. El alma encantada de Romain Rolland es el alma de los forjadores de la nueva civilización. Ortega y Gasset no vé sino el ocaso, el tramonto, der Untergang.
Romain Rolland vé el orto, el alba, der Aufgang. Lo que más neta y claramente diferencia en esta época, a la burguesía y al proletariado es el mito. La burguesía no tiene ya mito ninguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal renacentista, ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social.
Hacia ese mito se mueve con una fé vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está su ciencia; está su fé, en su pasión en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribi en un artículo sobre Gandhi, es una emoción religiosa. Los motivos religiosos se han desplazado del ciclo a la tierra. No son divinos; son bumanos, son sociales.
Hace algún tiempo que se constata el carácter religioso, místico, metafísico del socialismo. Jorge Sorel, uno de los más altos representantes del pensamiento francés del siglo XX, decia en su Reflesioen en