Amauta 87 mula; su sentencia ya estaba pronunciada y tomadas las medidas del Celoo. Se dió orden que ambos fueran transportados a la cárcel de Moabit. En todo el mundo se repitió entonces que Rosa había sido linchada por la mluchedumbre que rodeaba el Hotel Edén. Esto no era más que una impostura. Las calles que conducían al Hotel Edén se hallaban obstruídas y guardadas y nadie podía acercarse a ellas, como resultó de la investigación más tarde levantada. Al salir Liebknecht rodeado de la escolta para tomar el automóvil, el soldado Otto Runge que estaba de guardia, se acercó y sin que nadie lo impidiera be dió unos culatazos en la cabeza. Quedó engangrentado pero pudo subir al automóvil; a los pocos pasos éste se detenía con un pretexto cualquiera en el Tiergarten y obligado a descender, fué últimado a traición y por la espalda. Se dió la excusa de que había huído. No huye un hombre que apenas puede detenerse en pie con la cabeza rota, rodeado de diez soldados y cuatro oficiales. Su cuerpo fué entregado en el Jardín Zoológico como el de un desconocido.
Ahora le tocaba el turno a Rosa. Parece que la entereza con que contestó a las preguntas de los oficiales, los exasperó hasta el extremo de arrojarse sobre la criatura indefensa y golpearla bestialmente, después de lo cual la arrastraron fuera, al automóvil, media hora después de la partida de Liebknecht. El soldado Runge, que seguía de guardia, intervino asestándole en la cabeza dos culatazos brutales; cayó; la echaron dontro del automóvil, pero aun no había muerto.
Su alma luchaba todavía.
Entonces el coronel Kurt Vogel subió sobre el estribo, y apoyando el revólver sobre aquella frágil sien, en la que tantos pensamientos se habían agitado, le disparó el tiro de gracia. Los soldados de la guardia la arrojaron al canal de Landwehr, que vierte sus aguas en el Spree. Su cuerpo no fué hallado jamás. Así murió Rosa Luxemburgo.