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Amauta 85 tante superioridad y los delegados, disciplinados y poco familiarizados con los debates parlamentarios, ejecutaron puntualmente las consignas que les fueran dadas por los oradores oficiales. 46) El 19 de diciembre el Congreso anula el sistema de consejos, se declara investido del poder político hasta la reunión de la Asamblea Nacional, y delega el poder legislativo y el ejecutivo en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Nombra además un Comité Central de 27 miembros que ejerce sobre el gabinete un control parlamentario, y que tiene el derecho de nombrar y revocar los comisarios del pueblo. Se le quita al Comité Ejecutivo del Consejo de Obreros y Soldados de Berlín toda competencia; rehusan los socialistas independientes, dada la minoría obtenida, formar parte del Comité Central, y la victoria de los mayoritarios es desde ese momento un hecho indiscutible y con él la traición de esos oportunistas al socialismo y al proletariado.
Durante el tiempo en que estos acontecimientos transcurrían, los espartaquistas, que se habían separado totalmente de los independienes al verlos compartir el gobierno con los social demócratas, no descansaron. Todos los días meetings en las calles, agitación revolucionaria, arengas a las masas obreras. Rosa y Liebknecht no tenían un segundo de reposo. Los dos eran rigurosamente vigilados por la policía. Se les negaba la sal y el agua; una amenaza constante se cernía sobre sus cabezas. Rosa vivía en Sudende, a 40 minutos de tren de Berlín, exponiendo su vida diariamente para llegar hasta la redacción de Die Rote Fahne; en la misma ciudad no había encontrado un solo hotel que quisiera recibirla. La arrojaban de todas partes, ante ella no veía más que puertas cerradas. Enferma, agobiada, deshecha, hambrienta, continuaba siendo el alma irreductible de la revolución. a su influjo los espartaguistas electrizados corrían a sus puestos, la agitación crecía.
El 23 de diciembre la División de Marina se acantonaba en el Palacio Imperial; exigían el pago de sus sueldos y además el cumplimiento de un pliego de condiciones para entregar las llaves del palacio. Entonces los tres miembros social demócratas, a los que ya no les faltaba más que este paso para caer de lleno en la reacción, se reunen por su cuenta, excluyendo a los independientes y ordenan el ataque con ametralladoras. Así transcurrió la nochebuena. Fué en vano que Barth, increpara a Ebert; cuando se ordenó cesar el fuego agueNo había sido una verdadera carnicería.
El 29 de diciembre los independientes se separaron del gobierno y la reacción ya no se disfrazó. Noske entró a formar parte del gobierno; Hindemburg mandaba tropas para defender a Ebert, los generales y oficiales del ejército imperial fraternizaban con los nuevos gobernantes. Patrullas armadas recorrían las calles de Berlín fusilando a los revoltosos. en este ambiente de guerra se realizó en los últimos días de diciembre, el Congreso de fundación del partido Comunista Alemán.
Fué la última vez que Rosa subió a la tribuna; ya no era más que la sombra de sí misma, pero en sus ojos brillaba siempre el fuego magnífico de su alma. ante todos y contra todos, sostuvo, la necesidad de ir a la Constituyente; ella no se dejaba seducir por el miraje ruso, como Liebknecht, inteligencia más débil y por lo tanto más fåcilmente inflamable; ella quería pisar terreno firme. La revolución (46) RENE BRUNET: Op. cit. pág. 41.