Amauta 47 si en hacer la revolución por arriba, sino, al contrario, en hacerlo por abajo. Breton olvida que no hay más que una sola revolución: la proletaria y que esta revolución la harán los obreros con la acción y no los intelectuales con sus crisis de conciencia. La única crisis es la crisis económica y ella se halla planteada como hecho y no simplemente como noción o como diletantismo desde hace siglos. En cuanto al resto del Segundo Manifiesto, Breton lo dedica a atacar con vociferaciones e injurias personales de policía literario, a sus antiguos cofrades, injurias y vociferaciones que denuncian el carácter burgués y burgués de íntima entraña, de su crisis de conciencia.
El otro manifiesto titulado Un cadáver, ofrece lapidarios pasajes necrológicos sob:e Breton. Un instante. dice Ribemont Dessaignes. nos gustó el superrealismo: amores de juventud, amores, se quiere, de domésticos. Los jovencitos están autorizados a amar hasta a la mujer de un gendarme (esta mujer está encarnada en la estética de Breton. Falso compañero, falso comunista, falso revolucionario, pero verdadero y auténtico farsante, Bretón debe cuidarse de la guillotina. qué estoy diciendo! No se guillotina a los cadáveres. Breton garabateaba, dice Roger Vitrac. Garabateaba un estilo de reaccionario y de santurrón, sobre ideas suversivas, obteniendo un curioso resultado, que no dejó de asombrar a los pequeños burgueses, a los pequeños comerciantes e industriales, a los acólitos de seminario y a los cardíaces de las escuelas primarias. Breton dice Jacques Prevert fué un tartamudo y lo confundió todo: la desesperación y el dolor al hígado, la Biblia y los Cantos de Maldoror, Dios y Dios, la tinta y la mesa, las barricadas y el divan de madame Sabatier, el marqués de Sade y Jean Lorrain, la Revolución Rusa y la Revolución superrealista. Mayordomo lírico, distribuyó diplomas a los enamorados que versificaban y, en los días de indulgencia, a los principiantes en desesperación. El cadáver de Breton dice Michel Leiris me da asco, entre otras causas, porque es el de un hombre que vivió siempre de cadáveres. Naturalmente dice Jacques Rigaut Breton hablaba muy bien del amor, pero en la vida era un personaje de Courteline.
Etc. etc. etc.
Sólo que estas mismas apreciaciones sobre Bretón, pueden ser aplicadas a todos los superrealistas sin excepción, y a la propia escuela difunta. Se dirá que este es el lado olownesco y circunstancial de los hombres y no el fondo histórico del movimiento. Muy bien dicho.
Con tal de que este fondo histórico exista en verdad, lo que, en este caso, no es así. El fondo histórico del superrealismo es casi nulo, des.
de cualquier aspecto que se le examine.
Así pasan las escuelas literarias. Tal es el destino de toda inquietud que, en vez de devenir austero laboratorio creador, no llega a ser más que una mera fórmula. Inútiles resultan entonces los reclamos tonantes, los pregones para el vulgo, la publicidad en colores, en fin, las prestidigitaciones y trucos del oficio. Junto con el árbol abortado, se asfixia la hojarasca.
Veremos si no sucede lo propio con el populismo, la novísima escuela literaria que, sobre la tumba recién abierta del superrealismo, acaba de fundar André Therive y sus amigos.
París, febrero de 1930.