Amauta 41 Esta rápida y esquemática reseña permite agrupar una cantidad de opiniones aisladas o fragmentarias en dos sistemas de juicios, orgánicos y coherentes. Uno de ellos juzga a Mariátegui independientemente de su posición de clase: el otro define el aspecto clasista de su figura y de su obra. Estos dos puntos de vista, distintos y opuestosfrente a la pregunta ¿quien es Mariátegui. son igualmente lógicas.
Dialécticamente considerados, son los criterios de dos clases distintas.
El proletariado y los intelectuales situados a su lado reconocen en él a su genuino representante y su más gallardo luchador. La burguesía adopta, a este respecto una actitud agnóstica, por convenir asi a sus intereses. Este fenómeno está completamente de acuerdo con el rol de cada clase, ya que cada capa dentro de la estructura económica implica un tipo determinado de cultura, de ideas y de opiniones. Hay más; este análisis nos permite evaluar los rasgos peculiares de la evolución económico cultural en nuestro medio. Vemos a un proletariado, poco numeroso y en franco desarrollo, reivindicar concientemente sus valores espirituales más genuinos. Vemos a una burguesía. cuya economía ha sido desorganizada y en gran parte absorbida por el imperialismo y cuya crisis de cultura es decididamente avanzada, incapaz de rechazar y estigmatizar la herejía del apóstata que al salir de su seno la reniega, limitándose a reparos y restricciones decadentes respecto a la personalidad de su genuino enemigo. Ni, falta, dentro de este aspecto, un detalle ameno que ilustra la situación apuntada. El sector pequeño burgués, desvinculado de la economía capitalista, pero oprimido por ella y afectado por su crisis, gravita como en análogas circunstancias históricas hacia el proletariado; y como es de rigor en estos casos se aferra del héroe proletario para mezclar su aureola con la de su olvidado caudillo oportunista y mediocre.
El cuadro de las opiniones es completo. Las ideologías clasistas se afirman, una vez más, en todo su rigor histórico. La muerte de Mariátegui agita el fluir dialéctico de los sistemas reales potencializando sus contradcciones externas y acentuando, ocasionalmente, su cohesión interna. La muerte de Mariátegui acelera la ruptura del equilibrio inestable de cada clase. El proletariado escribe un mayúsculo signo positivo con los miles de obreros que lo llevaron en hombros hasta su tumba. La burguesía prolonga el signo negativo de su propio equilibrio, al adoptar sus intelectuales una mezquina actitud de compromiso en el enjuiciamiento público de este hombre.
La pregunta ¿quien es Mariátegui? significa históricamente. a que clase pertenece? Hay dos contestaciones. Una rotunda, categórica, afirmativa: otra anodina, homeopática, evasiva. En este debate, como en cualquiera, rechazo las opiniones hermafroditas: estoy por la afirmación viril.
Es inegable que José Carlos Mariátegui hombre integerrimo, escritor, esteta, y algunas cosas más fué ante todo un pensador marxista, fué el hombre de acción que desde su sillón de mutilado, no solo trazó rumbos claros sino, cooperó en forma tan poderosa, a crear y vivificar la organización del proletaraido peruano dentro de su más genuino sentido de clase. fué precisamente por esta ideología definida, fué po: lo efectivo y directo de su expresión de las necesidades y anhelos del proletariado con todas sus proyecciones históricas, que ha sido combatido especialmente desde todos aquellos sectores intelectuales que con las masas proletarias coquetean en forma más o menos impúdica y, a la postre, inútil.