José Carlos MariáteguiWorking Class

34 Amauta mo.
Para esto no bastaba un programa dogmático y Mariátegui estudia y vive nuestra realidad social pese a su estado doloroso de inmovilidad física, pese a la apología simplista de esta circunstancia hecha por los poetas que saben de lo épico de su silla; pese a la actitud lógica de los intelectuales y periodistas pequeño burgueses que dejan traslucir acusaciones chismosas y poco comprensivas de la mentalidad enorme del que se fué y que llegan al colmo en un Porras que sólo puede encontrar un criollo.
José Carlos Mariátegui va plasmando la revolución a base de todos nuestros aspectos vitales. La calle Washington es el lugar de cita de los artistas e intelectuales que tienen algo nuevo que decir, algo bello que exponer y Washington mata el santuario romántico del café para imponer la casa limpia del estudio, de la inquietud disciplinada y productiva. En Washington tiene un hogar José María Eguren el poeta fino de otra edad. El rincón rojo da asiento a todos los valores de la nueva generación.
El aspecto estudiantil es acogido vivamente también allí. Los universitarios que viven para el desarrollo de una ética revolucionaria que remueva y termine con las osamentas de los claustros de San Marcos, son recibidos por el Maestro.
José Carlos Mariátegui, empero, se levanta magnífico por sobre todo esto y su formidable cerebro tiene un fin, un punto luminoso que lo impulsa para dar impulso: la creación, el desarrollo de una conciencia de clase en el proletariado peruano que lo guíe hacia la realización de la revolución social. Todos sus aspectos: el José Carlos crítico y artista, el Mariátegui doctrinario y hasta el José familiar se desenvuelven con arreglo a esta norma. El hecho de la vitalidad organizada del asalariado demostrable en multitud de aspectos que lo reducido de este elogio no permite realizar, el hecho del dolor enardecido de los trabajadores que le dieron el adiós con precisa justeza en la Internacional. nos dicen dolorosa e imperativamente que es nuestro José Carlos el que se fué.
1930.
LA SONRISA DE JOSE CARLOS, por Angela Ramos.
José Carlos es la redención del Perú. Su vida grande y pura un ejemplo para la hora de verguenza que vivimos. Vivió como quiso, es decir de la manera más noble, y no como quisieron los demás. Fustigado por la vida y perseguido por los que le temían, no conoció nunca el miedo ni el desaliento, por eso fué un vencedor. Luchó durante todos los minutos de toda su existenca, hasta cuando la muerte le hirió.
No necesitó palabras para hacerse oír de los humildes sobre cuyos hombros llegó a la última mansión. Su vida heroica fué su único discurso escuchado hasta el último rincón del país por millares de se