24 Amauta En tal ambiente, cupo a una enérgica mentalidad, disciplinada en el estudio de nuestras realidades, como la de Mariátegui, trazar las grandes líneas del sendero nuevo. Mariátegui no era un parvenu del socialismo. La austeridad de su espíritu superior, le había librado siempre ser un meneur exhibicionista y bullanguero. Ningún gran revolucionario ha sido un propagandista de sus éxitos, de su nombre y de sus virtudes, para suplir, con tales propagandas, el auto elogio que es signo de frivolidad y de ineptitud.
Sus viajes por Europa habían enriquecido las insospechadas y vírgenes entrañas de su inteligencia luminosa. Muy pronto, su labor despertó por eso, una atención fervorosa en todo éste continente, para sorpresa y estupor de la descendencia espiritual del importante señor Alvez Pacheco.
La producción intelectual de Mariátegui adquiría interés y valor nuevos ante la atención vigilante de un público acostumbrado a gárrulas y viejas retóricas. Esa aceptación forzada era la mejor consagración a que podía aspirar un escritor extraño a esos círculos intelectuales, viveros de maledicencia y de cobardía y donde convencionalismos de toda especie, sustituyen los verdaderos méritos. En tanto, por otra parte, esa misma producción intelectual de Mariátegui, era saludada con la adhesión espiritual más reveladora y sostenida que se haya visto entre nosotros, en éstos tiempos. De ahí el rol director, la actitud de guía, de leader, que en el reconoció nuestro proletariado. De ahí que la confusa derecha formada por liberales y ocnservadores de ayer y de hoy, considerase con respeto superior a sus íntimas repugnancias y a sus convicciones, la orientación nueva que indicaba éste pensador.
Ese ascendiente adquirido en la continua búsqueda de la verdad, en la infatigable lucha por la justicia, tiene un signo explicatorio y representativo, en el asombro de aquel viejo político intelectual peruano que al er:terarse de la resonancia que tenía entre las masas la palabra de Mariátegui, decía en París, ausente de la patria y de sus juventudes. Es posible que se atienda tanto a Mariátegui. Es qué la juventud y el pueblo del Perú, han enloquecido. Quien así se preguntaba y con él nuestros reaccionarios, sabían que una frase, un artículo de Mariátegui, tenían toda la solvencia que da la verdad y la sinceridad; en tanto, cada día, se constataba que discursos y mensajes y manifiestos imbuídos de las ideas políticas de las burguesías, llevaban con su descrédito, los razgos de la mediocridad, de la simulación, cuando no, los de la estulticie y del egoísmo.
Mariátegui hizo entender que el proletariado en el Perú, debía encaminar su acción recta y organizadamente, hacia el socialismo; que su misión histórica era esencialmente política en nuestro tiempo. El ejercicio del poder, la acción política, correspondió en la antigüedad, a las teocracias y a las aristocracias feudales, a las monarquías, a las castas privilegiadas. Con la democracia y la república liberal, entraba en la historia, la burguesía, los pequeños propietarios, las clases ricas. del industrialismo, del seno de la sociedad capitalista, nacía luego el proletariado, el socialismo, que importaba el ingreso de la clase trabajadora en la historia, el desplazamiento del sino histórico de una clase por otra; en la dirección predominante, en el ejercicio de las funciones políticas de los nuevos Estados.
Contra el carácter de inhibición que recetaba la propaganda anarco sindical, prescribiendo el abstencionismo político de los trabajado