22 Amauta La Unión Nacional de la que González Prada era el animador insuperable, intentó representar vanamente el núcleo organizador de una nueva corriente política. Pero fuera de su propaganda anticlerical y nacionalista, no tuvo el suficiente élan que le diera mayor influencia entre las masas. El estetismo aristocrático del maestro, tenía forzosamente que contraponerse al sentido pragmático, necesario en toda política militante. Los afiliados de la Unión Nacional, prontos a la dispersión y al oportunismo salvo contadas excepciones tenían que devenir en tránsfugas para enrolarse en los rangos de otras agrupaciones donde el éxito les era propicio González Prada no era, no podía ser, un caudillo de ambigua y flexible catadura moral. Su poderosa mentalidad se conducía libre y suntuosamente por sendas más abiertas que las que podían entrever la miope y torba mirada de los entusiastas que se le habían aproximado. González Prada, el libre pensador, devino en anarquista. No puede extrañarnos tal proceso espiritual, si se considera que es lógico y congruente el seguir de un liberalismo agudo, de un radicalismo catastrófico, al anarquismo. Reclús, Bakounine, Proudhom, Kropotkine, eran los profetas del mesianismo anarquista e influían decisivamente en las mentalidades más altas de aquel tiempo, del mismo modo que de la Rusia zarista solo escapaban las noticias de las tragedias en que el nihilismo era protagonista. Así en la obra de González Prada, después de la encendida protesta contra los partidos políticos de su tiempo, del panegirico de nuestros héroes, de la nota anticlerical siempre dominante en toda su obra, no se percibe entre las breves alusiones a un socialismo utópico, solo por un afán de reivindicación y de ataque a los opresores sino un ánima anarquista, vale de cir, individualista. El apóstrofe seductor, la frase escultórica, bruñida y elegante, el panfleto avasallador que combate la idolatría reinante; he ahí los razgos característicos de la obra del gran iconoclasta. Su trascendencia, su influencia, fué la de sugerir nuevas corrientes de opinión; de hacernos pensar más sobre nuestra realidad social. Porque había escrito con sangre, según decía Nietzche; porque había tenido el culto de los héroes que exaltó Carlyle; porque había sido discípulo de Renán, su vida tolstoyana, más que su obra misma, impuso una dirección las juventudes que le atendieron y comprendieron.
Al pasar el tiempo, pudo sucederle lo que esa estatua a la que el aludía y que continuaba señalando la ruta de un camino abandonado, sino le uniera al espíritu de nuestros días, su fervoroso amo a la verdad, a los derechos de los pobres; su odio a las injusticias, a la explotación de los hombres, a la opresión que sufren los débiles, a los despotismos que viven como monstruos de la edad terciaria en la fauna política de la América Latina. como él dije a de Vigil, quedó para el mismo González Prada éstas sus propias palabras: Puede atacarse la forma y el fondo de sus escritos, puede tacharse hoy sus libros de anticuados o insuficientes, puede en fin, derribarse todo el edificio levantado por su inteligencia; pero una cosa permanecerá invulnerable y de pié, el hombre. José Carlos Mariátegui es quien distinguió así, al maestro de PAGINAS LIBRES. cuando acababa de pasar la racha de confusionismo respecto de la obra de González Prada. De entonces proviene un critero más sereno y reflexivo que hace necesario recordar éstas palabras de Papini sobre los discípulos: La suerte, no sabiendo como hacer pagar a los grandes su grandeza, los castiga con sus discípulos. Cada discípulo, por el mero hecho de serlo, no comprende to