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Amauta colaboracionistas y anti colaboracionistas, en reformistas y maximalistas. Pero para que esta clarificación se produzca con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes lineamientos la gran crisis contemporánea. De otra manera, el confusionismo es inevitable.
Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. estoy convencido del próximo oca. so de todas las tesis social democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas. Antes de la guerra, estas tesis eran explicables, porque correspondían a condiciones históricas diferentes, El capitalismo estaba en su apogeo. La producción era super abundante. El capitalismo podía permitirse el lujo de hacer sucesivas concesiones económicas al proletariado. sus márgenes de utilidad eran tales que fué posible la formación de una numerosa clase media, de una numerosa pequeño burguesía, que gozaba de un tenor de vida cómodo y confortable. El obrero europeo ganaba lo bastante para comer discretamente y en algunas naciones, como Inglaterra y Alemania, le era dado satisfacer algunas necesidades del espíritu. No había, pues, ambiente para la revolución. Después de la guerra, todo ha cambiado.
La riqueza social europea ha sido, en gran parte, destruída. El capitalismo, responsable de la guerra, necesita reconstruir esa riqueza a costa del proletariado. quiere, por tanto, que los socialistas colaboren en el gobierno, para fortalecer las instituciones democráticas; pero no para progresar en el camino de las realizaciones socialistas. Antes, los socialistas colaboraban para mejorar, paulatinamente, as condiciones de vida de los trabajadores. Ahora colaborarían para renunciar a toda conquista proletaria. La burguesía para reconstruir Europa necesita que el proletariado se avenga a producir más y consumir menos. el proletariado se resiste a una y otra cosa y se dice a sí mismo que no vale la pena consolidar en el poder a una clase social culpable de la guerra y destinada, fatalmente, a conducir a la humanidad a una guerra más cruenta todavía. Las condiciones de una colaboración de la burguesía con el proletariado son, por su naturaleza, tales, que el colaboracionismo tiene, necesariamente, que perder, poco a poco, su actual numeroso proselitismo.
El capitalismo no puede hacer concesiones al socialismo. los Estados europeos para reconstruirse les precisa un régimen de rigurosa economía fiscal, el aumento de las horas de trabajo, la disminución de los salarios, en una palabra el restablecimiento de conceptos y de métodos económicos abolidos en homenaje a la voluntad proletaria.
El proletariado no puede, lógicamente, consentir este retroceso. No puede ni quiere consentirle. Toda posibilidad de reconstrucción de la economía capitalista está, pues, eliminada. Esta es la tragedia de la Europa actual. La reacción va cancelando en los países de Europa las concesiones económicas hechas al socialismo; pero, mientras de un lado, esta política reaccionaria no puede ser lo suficientemente enérgica ni eficaz para restablecer la desangrada riqueza pública, de otro lado, contra esta política reaccionaria, se prepara, lentamente, el frente único del proletariado. Temerosa a la revolución, la reacción cancela, por esto, no solo las conquistas económicas de las masas, sino que atenta también contra las conquistas políticas. Asistimos, así, en Italia a la dictadura fascista. Pero la burguesía socaba y mina y hiere así de muerte las instituciones democráticas. pierde toda su fuerza moral y todo su prestigio ideológico.