BourgeoisieGermanySocialism

80 Amauta prestarle aquel servicio. la salida del Registro Civil, se separaron como buenos amigos y Rosa, ya en condiciones, marchó a Alemania. Ella recordaba siempre este extraño casamiento con su jovialidad habitual. De esta manera tan sencilla decía conquisté la gracia de pasar a ser súbdita del Kaiser. además la noble institución del matrimonio ganó en mí una entusiasta defensora, ya que por experiencia propia, únicamente la conocía bajo un aspecto bien útil. 21. En algunas cartas habla risueñamente de sí misma como de la mujer de Gustavo. 22) y cuando viajaba de incógnito, lo que ocurría con frecuencia, le gustaba inscribirse en los hoteles bajo el nombre de Rosalía Lubeck, con el que conservaba sus propias iniciales.
Instalada en Berlín, se arrojó de lleno en la gran corriente de la lucha ideológica. Desde entonces no hay movimiento en el que no se encuentre, tribuna de combate desde la que no vuelque su verbo inflamado, congreso socialista en el que no se presente, temible por su agresiva sabiduría. Se hace sospechosa, la policía empieza a vigilarla. Nada podían tardar pues las persecuciones enconadas, los largos días pasados tras de las rejas, en una calma funesta llena de mortificadores presentimientos. Desde su llegada a Alemania su amistad con los Kautsky se había tornado estrechísima y es un detalle revelador del carácter de Rosa, la impresión que le produjo el conocer a Luisa, la esposa de Kautsky. Rosa conservó siempre, al lado de su sereno y exacto punto de vista político, una imaginación romancesca, ávida de ver todas las coisas al través de un prisma de exaltación y de poesía. De aquí que para ella el más despreciable calificativo fuera el de pequeño burgués. 23. Agrandando a la distancia la figura de Carlos Kautsky (que no se lo merecía) Rosa se imaginaba sin duda a la compañera de la vida de ese hombre, como a una trágica hermosura, consumida en fiebree ideales. se encontró con una buena mujer, que se ponía delantal y hacía los quehaceres domésticos. Quedó horrorizada. La mujer de Carlos Kautsky usa delantall exclamaba desconsolada. Pero al poco tiempo descubrió que bajo aquel antiestético delantal se ocultaba una mujer inteligente y comprensiva, uniendo a ambas desde entonces un firmísimo y fraternal afecto, que resistió sin romperse hasta los terribles ataques dirigidos por Rosa contra Kautsky cuando este último asumió, con todos los demás socialistas mayoritarios, una actitud social patriótica al comenzar y durante la guerra. Por lo demás, no parece haber andado nunca muy de acuerdo con Kautsky en el terreno ideológico, a pesar de su estrecha amistad personal. Sus cartas están llenas de referencias a este respecto. Se hallaba también ya en relación con Clara Zetkin, Carlos Liebknecht, Franz Mehring, los futuros fundadores del grupo Espartaco. Ella hacía frecuentes viajes de propaganda y su palabra dotada de un extraño fuego, atraía irresistiblemente a sus oyentes. Se puede seguirla en estos itinerarios por sus cartas a los Kautsky, epistolario en que al lado de las perennes cuestiones políticas, su alma se muestra en toda su encantadora desnudez, infantil y profunda a un mismo tiempo. El domingo pasado, dice en una, he ido a hacer propaganda a la provincia de Posnania, donde hemos conferenciado de circunscripción en circunscripción y donde he sido solemnemente dele(21. Alvarez del Vayo: Op. cit. pág 96. 22) Op. cit. pág. 155. 23) Op. cit. pág. 226.