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78 Amauta jo en su persecución. Pero ella se oculta siempre detrás de algún techo. En fin de cuentas, todo se burlaba abominablemente de mí, y la verdadera vida ¿no se habrá quedado justamente allá abajo, en ese patio donde por la primera vez leímos con Antonio Los orígenes de la civilización. 17. Así soñaba, en la quietud de sus madrugadas infantiles, con esa vida tumultuosa y coloreada a la que bien pronto iba a arrojarse y ya por cierto para todo el camino. Fué entonces sin duda durante ese apacible período, que germinaron en la mente de Rosa las primeras ideas socialistas, ideas fortalecidas por la lectura, maduradas en largas reflexiones, acariciadas acaso en éxtasis fervorosos, con ese exclusivismo con que en los albores de la juventud, y en la soledad, se entrega el espíritu a la contemplación de alguna perspectiva predilecta entre todas. Pero ya llegan los acontecimientos, esa verdadera vida que ansiaba. En 1888, cuando no contaba más que 18 años, el gobierno zarista declara fuera de la ley al partido socialista polaco. Había que apresurarse a salir de Polonia, empresa tanto más difícil y peligrosa cuanto que la policía estaba atenta y no era posible conseguir pasaportes. Pero ella salva todos los obstáculos, consigue llegar a Suiza y bien pronto, instalada en Zurich, se matricula en la Universidad. Sobrevienen ahora años de estudio, de laboriosidad. Inclinada sobre los libros, su frente juvenil se carga de pensamientos graves, su talento despierta. Allí se ligó entonces por amistad indestructible con algunos compañeros de la Universidad, hombres que en adelante debían acompañarla hasta su último momento, entre ellos, los más íntimos, Leo Tyczko (el gran agitador llamado Jogiches) y Marchlevsky, igualmente fiel. En esa atmósfera de inquieta intelectualidad, su socialismo se alza y se muestra decididamente. La pasión austera empieza ya a levantar su magnífica llama. Afiliada al partido socialista polaco, actúa con gu firmeza característica, escribe, y su palabra candente no se oye con mucho agrado. Se la ataca, se la combate, se la moteja de histérica, se la zahiere cruelmente por su origen israelita. Qué importa! Ella ha nacido para eso, para combatir y ser combatida; aquello no la extraña en lo más mínimo. Leo Tyczko aprende el polaco nada más que para ayudar y defender a RoA raíz de esos ataques y comprendiendo que es necesario buscar campo de acción más vasto y más propicio, se vuelve entonces hacia el socialismo alemán y empieza a colaborar en la Neue Zeit, a cuyo director Carlos Kaustky se ha dirigido por carta sin conocerlo. En esa primera carta, que acompañaba al artículo cuya publicación era solicitada, hace notar a Kautsky qué es lo que se oculta bajo la máscara del socialismo polaco, demostrándole que es principalmente por las simpatías de la democracia socialista de Alemania que todo el movimiento nacionalista entre los socialistas polacos, busca darse una apariencia marxista y que por otra parte, por medio de una hoja especial. publicada en Londres, se esfuerza enº ganar las simpatías de los socialistas de la Europa occidental (18) En un principio Kautsky la acogió midiéndole las páginas, y toda su correspondencia con él, de esa época, está llena de alusiones a la falta de espacio, a lo que haría si se le concediera aunque fuera dos páginas más de la revista. regañadienies hace los cortes y las modificaciones que le insinua Kautsky, porque se traspasa. 17) Op. cit. pág. 75 y sig. 18) Op. cit. pág. 28.