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47 Amauta suelta la labor rudimentaria que le imponen el medio que le rodea y su naturaleza: la supresión del hambre, la miseria económica, las enfermedades que subsisten a consecuencia de esa miseria y, en una palabra, la supresión de la sociedad dividida en clases.
La humanidad sacaba tranquilamente quimeras religiosas y subproductos filosóficos del proceso de descomposición y de decadencia de las religiones, buenos para desviar de la tarea principal, a saber: el combate contra la sociedad dividida en clases (actitud idealista de re plegarse sobre sí mismo, fascinación por las bellas artes, sectas primitivas y sectas evolucionadas del género del socialismo religioso. Por consecuencia de este estado de cosas, los beneficiarios de la división en clases sostienen todas las tendencias religiosas o emparentadas con la religión como apoyo de la sociedad dividida en clases. La escuela se desenvuelve contrastando y compitiendo con la religión, o más exaetamente, con la forma organizada de la religión, a saber, las iglesias y las sectas. La sociedad capitalista y su Estado tenían absoluta necesidad de una organización escolar capaz de suministrar ciertos conocimientos, ciertas aptitudes para dirigir la naturaleza exterior al hombre.
Por el contrario, la dirección del hombre perecía, antes y luego, un privilegio de la voluntad divina en la sociedad dividida en clases; sometiendo la educación del niño a una triple jerarquía: el padre de familia, el padre del Estado y el padre espiritual. El desenvolvimiento de las cosas bajo el capitalismo ha conducido a la formación de una organización de lucha consciente para dar una dirección nueva a las relaciones humanas, es decir, en favor de la socialización de los medios de producción. Desde que el capitalismo se ve así amenazado por el marxismo y el leninismo, la clase dominante renuncia de una manera cada vez más visible a la actitud científica de los burgueses revolucionarios de antes. La escuela, como organización de la influencia ejercida por la sociedad sobre las jóvenes generaciones, depende desde el punto de vista económico y político, de la sociedad que se vuelve revolucionaria; la escuela, como organismo, no puede llegar a ser progresista más que después del cambio de las relaciones de propiedad y de las relaciones sociales mediante la revolución proletaria. Entonces la escuela llegará a ser el campo donde se podrá imprimir, en el sentido del marxismo revolucionario, una nueva dirección a las relaciones entre los hombres, en lugar de la voluntad de eternizar la confusión que hoy constituye la herencia pedagógica de la concepción religiosa de la existencia; concepción decadente y corrompida. La escuela de la Unión Soviética ha realizado la transición de la escuela feudal y burguesa a la escuela orientada en el sentido proletario. Si nosotros queremos sacar de esta experiencia la lección que encierra y evitar que se consolide la escuela de los demás países al servicio de la sociedad burguesa, en vías de desaparición, los avanzados de la pedagogía deben, en todas partes, guardando estrecho contacto con la lucha consciente de las masas proletarias contra la sociedad dividida en clases y sacando partido de su cualidad de especialistas pedagógicos, desarrollar una pedagogía capaz de combatir, con una virtualidad pedagógica efectiva, los efectos del opio religioso y de la pedagogía adormecedora del pasado, pariente próxima de la religión: me refiero, naturalmente, a la pedagogía del marxismo revolucionario. Propagando la pedagogía del marxismo revolucionario, al mis