Bourgeoisie

Amauta 45 absoluta de reconciliarse con las religiones como tales, elemento asido al hombre, o, lo que es peor aún, incorporado al hombre como si fuera un tumor maligno; pero, por otra parte, reconocimiento absoluto del hecho de que ciertas energías preciosas del hombre pueden darse en ese laberinto y que nosotros, los pedagogos, no podemos oponernos más que a los errores del hombre, si es verdad que reconocemos al valor hombre.
No debemos alzarnos contra el valor de tal hombre religioso. Es un hecho que se puede observar en todas partes. Aún hoy, por ejemplo, generaciones enteras de sabios incrédulos, que estudian los fenómenos hereditarios, se basan en los descubrimientos del franciscano Mendel. Cómo hemos de conducirnos entonces con la joven generación?
En el niño se repite la situación del hombre primitivo. No es necesario aceptar ninguna misteriosa conexión de naturaleza biológica; pero la situación, en líneas generales, es la misma. El niño es nuevo en el mundo; no se da cuenta de las cosas que le rodean, mucho menos de los elementos lejanos. Es débil. Todos los adultos influyen sobre el niño con el peso de los datos y de las vastas formas de su experiencia.
Es decir, que el niño presenta una gran receptividad a la vida interior y al pensar visionario bajo sus formas convulsivas. Esto no tiene duda.
El último de los grandes pedagogos de una burguesía dispuesta a volver a la edad feudal, la señora Montessori, ha creado para los niños una multitud de magníficos instrumentos de desenvolvimiento que permiten al niño llegar, frente al mundo material, a un sentimiento optimista de sus fuerzas reales, a un sentimiento optimista de su acrecentamiento. No sufre coacción alguna, ni se le tolera, ni se le obliga a refugiarse en la vida interior, ni a creer que vive imaginarios papeles legendarios y religiosos.
La señora Montessori va todavía más lejos: prohibe formalmente que el mundo, donde los niños están ya perplejos, que es ya para ellos un cuento de hadas, les sea presentado bajo una forma aún más legendaria con ayuda de cuentos y otros procedimientos emotivos análogos.
Sus adversarios dicen: Precisamente porque el niño es accesible al elemento legendario es necesario darle esa nota emotiva.
Esa pedagogía, inconscientemente, sin saberlo, sigue la tendencia de los que quieren eternizar la confusión; la tendencia de la sociedad burguesa en regresión hacia el feudalismo.
Hubo una época en que esas leyendas eran todo lo que los mismos adultos sabían del mundo. Pero ¿por qué vamos hoy a contribuir a que los niños crean en unas representaciones a las que tendrán que renunciar forzosamente. Qué pedagogía es esa tan necia, romántica, reaccionaria? Y, sin embargo, no es difícil hacer más y mejor. Fácilmente se observa en los niños que sienten todo cuanto el mundo real nos ofrece. La fuerza de su imaginación les impulsa a ponerse en contacto con todas las cosas, ya se trate de una máquina o de cualquier otra cosa. Los niños deben descubrir por sí mismos las maravillas de que se les habla, las posibilidades creadas, y que les son tan necesarias en el seno del mundo real. La imaginación aplicada a transformar el mundo, la imaginación aplicada a lo real, eso es lo importante. Eso es lo indispensable cuando se considera al hombre integral y la historia de la humanidad; de este modo