BourgeoisieMussolini

Amauta 39 guesa. Esta buena voluntad se engaña a sí misma y engaña a los demás.
El acuerdo amistoso no puede suprimir la lucha, mejor dicho, no puede conducir a que renuncien las clases poderosas a la dominación económica y, por mucho tiempo, la historia de la humanidad continuará desarrollándose en medio de una lucha brutal para garantirse contra las necesidades económicas.
El hombre honrado querrá suprimir las causas y, precisamente, contar con el elemento de lucha del cual quiere librarse.
La burguesía no puede librarse de eso, no puede salir del sangriento lodazal que ha sido la historia hasta aquí. Y, por tanto, es necesario que mantenga una ilusión de ese género, puesto que ella misma es quien ha introducido esa ilusión, quien ha propagado la idea de que la evolución es, precisamente, la ley de la historia. Y, en suma, cuando no puede avanzar, tiene que hacer creer que puede avanzar.
Desde el punto de vista que nos ocupa, esto significa que, en materia moral y pedagógica, la burguesía vuelve a la ideología religiosa y feudal. Tal es la situación histórica actual. nosotros, que estamos empeñados en las luchas escolares, debemos ver bien esa situación, el campo de batallas sobre el cual debemos combatir.
De lo que yo sostengo, se encuentran, por ejemplo, indicios en la libre América. En los Angeles los jesuitas forman una nueva Universidad, y Rokefeller construye una iglesia en New York!
En Europa, interroguemos un poco a nuestro colega Mussolini. Ya sabéis que Mussolini, antes de emprender una carrera llena de promesas, fué maestro diez meses. Pues Mussolini dice: Los contrastes entre la religión y la ciencia pertenecen a una época concluida. Nosotros, hombres de hoy, hemos pasado ya eso.
Sí; cuando se considera la historia humana desde el punto de vista de las dos o tres décadas durante las cuales uno hace su carrera, se tiene el derecho de decir: Nosotros hemos pasado ya eso. La significación profunda de esa idea aparece en las palabras que siguen. Qué necesidad tengo yo de una filosofía que no me enseña a sufrir. Yo no sé en qué medida quería el mismo Mussolini sufrir, pero sé bien lo que piensa. La religión consuela al hombre. Al sumergirnos en pensamientos mágicos, la vida interior religiosa, tan alabada, desempeña aquí su papel; la mayoría de los hombres deben aprender a renunciar a la felicidad material, al manantial de placeres que constituye el señorío del mundo exterior. Hay ahí una supervivencia del tiempo en que el pensamiento del hombre tenía todavía la forma visionaria Aún se explota hoy esa vida interior bajo la palabra idealismo. las piadosas declaraciones de un Mussolini revelan toda la significación de semejante tendencia. todo eso responde la situación de la escuela.
El Arzobispo de Colonia inaugura el Instituto Católico de Pedagogía y, a fin de huir de los prejuicios, como saben huir de ellos los arzobispos, no se refiere para nada a la religión católica, sino a la antigua leyenda germánica, la leyenda del Lobo Fenris, que hubo de ser encadenado porque era un monstruo. Los Ases forjaron gruesas cadenas, pero no pudieron sujetarle. Entonces vinieron los enanos que tejieron una trama tan sutil y tan ténue, que parecía hecha de seda finísima, y de este modo amarraron al Lobo Fenris. El Arzobispo añade: Eres tú,