Amauta 35 los náufragos de nuestra cultura. Tal necesidad, sin embargo no es absoluta e imperativa. Con el quechua o sin él, habrá salvamento de náufragos; con el quechua o sin él, y a pesar de él, nuestra cultura continuará formando su ciclo de extensión y crecimiento. Con el quechua, como con una droga tóxica usada con inteligencia y por dósis tolerables, quien lo use, comprensivamente, elevadamente, podrá descender hasta la tenebrosidad del alma indígena, conmoviéndola inyectándola moderna vitalidad. travez del quechua y de este modo, destrozándole su deficiente capacidad expresiva, sus entrañas mismas, se llegará a formar otra conciencia, otra expresión, otro mundo de ideas en la mentalidad retardada de los que hablan solamente ese lenguaje.
La necesidad del quechua es, pues, relativa y está condicionada por la imperiosa necesidad de aprender el castellano. el aprendizaje del quechua con tal fin, supone no ese simple esfuerzo gramaticalista que revela el empeño de que la enseñanza de ese idioma se haga con textos traducidos, diccionarios y manuales de lingüística quechua, sino la convivencia, el intercambio de ideas, el oleaje de expresiones y necesidades que hagan trascender y raccionar la vida espiritual de los unos contra los otros.
No se preocupen tarto de la suerte del quechua, señores tahuantinsuyólogos; porque así como un indígena analfabeto aprende el castellano más fácilmente cuando en éste idioma se le habla repetidas veces, habitualmente, y cuando a fuerza de necesidad vive entre gentes que hablan castellano, antes que llevándole textos de enseñanza primaria traducidos al quechua, así sucederá con quienes tengan algo que ver con el aprendizaje del quechua; aprendizaje que ha tenido entre los mismos tahuantinsuyólogos, ese mismo proceso. que conste una vez más, que no todos los indígenas del Perú hablan quechua, menos aún, el queehua cuzqueño. como se ha dicho, la asimilación del quechua por el castellano la incursión necesaria de éste en el campo de aquel, depende más de una interacción de vida lo cual es más pedagógico que publicar libros en quechua que del empeño grarnaticalista de los quechuólogos y tahuantinsuyólogos reformistas. Porque si el que habla en quechua solamente, no sabe leer en castellano y es un verdadero analfabeto, mucho menos podrá leer en ese quechua escrito con nuestro alfabeto, a menos que haya que confinarle a escuchar pasivamente su propio idioma y creer què de tal suerte llegue a aprender castellano; lo cual demuestra uno de los muchos absurdos pedagógicos de los tahuantinsuyalogos. Se advierte pues, que si así no se puede enseñar quechua, ni aprender castellano, menos se puede sostener la conveniencia de conservar el quechua, porque el quechua se muere sin remedio.
Utilícese hasta donde sea posible el quechua, con sentido de adaptación, adecuadamente, que ya esto es pedagogía, para que se ilumine con el uso y conocimiento del castellano, la turbia conciencia de los analfabetos que no lo hablan. Pero entiéndase bien: con el quechua y del quechua, no se ha de extraer sino la tosca y fecunda materia prima de nuestra alma hispanoamericana que hablará y pensará siempre mejor en el idioma de Cervantes.
Los tahuantinsuyólogos, en consecuencia, deben continuar estudiando el pasado, sin pretender trasladar al horizonte de nuestros tien pos el espejismo nefasto de la historia como si fuera una ideologia o una aspitación. Para ellos, útil, demasiado útil será zambullirse y hacer ablu