76 Amauta se deşprende de mí y empieza a dar vueltas, bailando a mi alrededor. Idiota. Idiotal De pronto, me siento acometido por un cansancio invencible, como si me hubiese levantado muy temprano.
Hilde me salta al cuello, me doblega la cabeza hasta la altura de la suya, y grita, muy alborozada. En agosto vuelve mi primo, y entonces él me lo enseñará. Sí, sí, en agosto. Bah. le digo, sintiéndome casi llorar. Tampoco él sabe nadal Nadie lo sabel Todos mienten. y sin darle la mano ni despedirme, atravesé corriendo el jardín.
Junto a la puerta me alcanza Hilde, que no cabe en sí de contenta. Sí, verdad. exclama, burlándose de mí. Conque tamросо él lo sabe? Mi primo lo sabe todo, pues para eso lo estudia y se lo dicen los libros. Lo que tú tienes es envidia porque no lo sabes. No has hecho más que romperme los pantalones. Fanfarrón! cerró la puerta dando un golpazo. Al poco rato la oí subir la escalera cantando. Emprendí el camino de mi casa, y de pronto empecé a cojear sin saber por qué.
La luna se alzaba con su luz sebosa, sobre los tejados grises azules. En muchas casas sonaba el piano y en algunas el violoncelo.
Cuando doblé la esquina de mi calle, vi a Katinka, nuestra criada, con su novio, un zapatero. Al verme, el zapatero se alejó unos cuantos pasos, disimulando. La criada me abrió la puerta y me dijo que tenía la cena guardada en el aparador. Cené lo que encontré: tres trocitos de carne asada, un poco de queso, unos pepinillos y una ensalada de tomates. Sin tenedor, todo con los dedos. Con un molinillo que había por allí, revolví una cajita de mostaza, pues me acometieron de pronto deseos enormes de cosas picantes. Luego, atravesé la pieza fría del salón y entré en mi cuarto. Me desnudé a oscuras.
LA VIDA HEROICA DE ROSA LUXEMBURGO, por Nydia Lamarque. (Continuación)
Rosa Luxemburgo nació el 25 de diciembre de 1870, en la Polonia Rusa, de padres judíos y a lo que parece su infancia fué quieta y silenciosa, repartida entre los libros, a los que la llevaba una precoz afición, y los ensueños con que alimentaba su fantasía ya despierta, en la chatura gris del medio familiar. Así por lo menos la describe ella con palabras que voy a transcribir, y cuyo poder de evocación se acrecienta si se piensa que las escribía Rosa, en 1904, desde la cárcel de Zwickau: Es la tarde y una brisa ligera entra por la ventanilla de mi celda, agita dulcemente la pantalla verde y hojea con delicadeza las abiertas páginas de Schiller. Fuera, pasa delante de la prisión un caballo al que se hace volver lentamente y sus cascos golpean el pavimento,