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Amauta plegaron fué igual o superior al de éstos. las riquezas que los españoles cazaron en México y en el Perú, la explotación de los indígenas en las minas, las encomiendas, las reparticiones, las empresas que prosperaron en las otras colonias, nada tuvieron de quiméricas ni de ilusorias: fueron realidades prácticas, utilitarias y tangibles.
Los factores determinantes no residen en la edad de los pueblos, ni en el sol amoroso, ni en la raza, ni menos aún en la vida interior o en la exaltación inmaginativa: todos ellos están reciamente determinados por factores materiales, de índole y procedencia económica; mientras el hidalgo procede de una matriz feudal y aporta con él el contingente de una sociedad que decae, el pilgrim father sale de una entraña burguesa y aporta los elementos de una técnica que lleva en sí los gérmenes y los moldes del capitalismo, de la edad que surgía entonces, destruyendo y aniquilando la realidad que lo engendrara.
Lo que para estas exégesis burguesas, explícitamente teleológicas, es cuestión de siglos, de edades, de mesianismos en generaciones nuevas y viejas, para la interpretación del materialismo histórico no constituye sino el conjunto de expresiones de una realidad económica, las complejas manifestaciones de un problema de atraso técnico, de supervivencia de economías rezagadas que agonizan aún, vencidas por el capitalismo, pero que no han sido todavía totalmente aniquiladas.
Todas las interpretaciones burguesas y pequeño burguesas inclusive las que ensayan formular los sedicentes sectores revolucionarios deteniéndose en la constatación de las diferencias antes enunciadas, tratan de reducir la amplitud del problema a cuestiones de jurisprudencia, de clima, de raza, de biología, de sicoanálisis, o pretenden presentar la América Latina como un mundo nuevo, distinto, con su sociedad peculiar, cuyo devenir escapa a las leyes sociológicas que rigen la vida de otros pueblos. Unas y otras permanecen como el hombre de Vico, encadenadas a la superficie de las cosas. Todas ellas, a pesar del barniz científico con que tratan de encubrir sus razonamientos, llevan impreso el sello de un idealismo pacato, el tatuaje de un estrecho criterio antropomórfico y animista de la sociedad, o el de un empírico simplismo de turisSería inventar la realidad y nó descubrirla, pretender una interpretación sociológica sin tomar en cuenta las diferencias específicas que caracterizan las diferentes regiones, estadios y capas sociales. Pero, es crasamente absurdo, incompleto y falso, querer detenerse solamente como pretenden los teorizantes pequeño burgueses en la constatación de las discrepancias que existen entre los panoramas de Europa o América del Norte y el de América Latina. Al analizar científicamente una realidad social cualquiera precisa justipreciar severamente las diferencias panorámicas que la distinguen, sin menospreciar, ni subestimar, por ésto, los factores, las condiciones, las analogias, que consubstancian su devenir. Se constata, por ejemplo, que el panorama social de Rumanía es distinto del de Francia, que la Europa Central difiere de Inglaterra, que el Oeste o el Sur de los Estados Unidos no son idénticos al Norte, que la Auvernia es distinta de la región parisién, o la Calabria de Milán. No obstante, obtenemos la conclusión científica de que Europa y los Estados Unidos atraviesan una etapa francamente capitalista. Es decir que al llevar a cabo la interpretación científica de la realidad latinoamericana es imprescindible tomar en consideración sus rasta.