Amauta 67 Mira, Teresa, una vez yu ice, un daño. Jué sin querer pero hice. Algo dijieron en el buque en que navegaba y saqué el cuchillo contra el hombre más güeno e la tierra. Tu mi as óido hablar de don Charles. él lo corté. En la mano, no más, felizmente, porque iba a vaciar. No he güelto a verlo, ni quisiera. Yo estaba muchacho, muy muchacho. Te lo he querido contar pa que sepas todo lo qu e hecho en mi vida. Así es mejor. no es cierto? Quién sabe si algún día lo habrías sabido por otra gente y mejor que yo te lo conta ra. no es cierto? Ese hombre me quiso. como nadie mi a querido! No como tú, claro, era distinto. El jué como mi padre.
Jué la primera persona que no me trató mal y que supo ser amigo.
Un día me perdonó un arresto que tenía por haber metido un lío del sentimiento y los otros dijieron una barbarida. Me se jué la mano. quería pedirte un favor al primer hijo que tengamos le ponemos Carlos. quiéres. Bueno. se sonrojó la moza.
Quedaron en silencio. Un surco hondo se hizo en la frente del muchacho. Un rato permaneció mudo, mirando sin ver, pensando en el viejo amigo, para siempre perdido y acaso evocó toda la amargura del trance, porque, con los ojos húmedos, abatió la cabeza prieta. Ya stá, Gaviota, ya stá. consoló Teresa. por primera vez en su vida, fué ella la que le tomó la cabeza para dejarle en la boca, con los labios. entreabiertos, un beso profundo, tembloroso, húmedo. Mi vida!
De mañanita Gaviria fué a tomar su guardia. Le tocaba el turno de cuatro a ocho. Enfundado dentro de su capote, la gorra hasta las orejas y cubierta la boca por la bufanda, llegó al Resguardo canturreando unas coplas.
En las Oficinas una animación inusitada. El Jefe, despierto todavía, tenía en las manos unos papeles. Oficiales de alta graduación fumaban alrededor del Jefe comentando con bromas la noticia. Qué chasco. Bien hecho!
Alzó la voz el Jefe. Quién está de guardia. Gaviria. Sí, señor. Yo stoy de guardia. Bien. Va Ud. a ir con estos hombres. Ya tienen la lancha preparada. De Paita han cablegrafiado que en un buque. cómo se llama, Céspedes. La Sybil, señor. Matrícula de Liverpool. Pues en ese Sybil se ha embarcado un contrabando formidable de sedas y opio. La denuncia viene de la Capitanía de Paita. Ud. va a decomisar eso. Bien, señor Abordaron la lancha. Del cinto, la Browning. Los otros hom