52 Amauta Porque no vieron amores que ambos disimulaban en la inflexibilidad de una consigna. Porque no supieron hasta donde fueron hijo y padre, ni hasta donde exasperara la soledad entrambos. Pica, pica, pica. No jorobes!
Bossio dejó caer la cuchilla con que picaba tabaco y apuntó al Gaviota con un taco de madera que el otro esquivó en un guiño. Rápido pa boche. Per Diol Déjate de faroles y pásame picaúra. Cuanda vas a comprar. En cuantito llega a puerto.
Ya había pasado un otro día sin historia y manso.
El tramonto se encendía de verdes, rojas, moras tintas. Ya aparecía Venus, la Cojonuda al decir del Gaviota, llorando plata sobre la mar, en ese día, picadita. Se acercó Caillaux. La charla se hizo entre los tres, arrastrando las palabras y procurando bromlear. Rápido, corría un viento espeso arrastrando humos del cosmos. Allá, sobre el horizonte casi, la estrella solitaria de las nieves. Parece que se alza la mar. Mismo que leche hervida. Parece.
Los tres hombres callaron. Era, acaso, la víspera de un temporalito. Callaron. El viento siguió en su ritornello de mal augurio. Espesos, corrían también los nubarrones ensuciando a la mar por reflejo.
Pasó el Capitán. All hands on deck. Baile. Ha bajado el barómetro. sus puestos de maniobra. Seguido del Gaviota, el Capitán al puente. Trepó por la proa un chicotazo de espuma. toda prisa, tapa a las escotillas.
El muchacho arrugó el gesto. Esta si es jarana, ister. Not yet.
Desatentadas, las olas seguían en apresuramiento absurdo. Claro que era jarana! El Albatros se alzaba crujiendo y quejándose.
Los palos decían, en un gesto desolado, que no. Pero la mar seguía implacable chicoteando de flanco al buque palomilla. Redujeron velocidad y, cara al viento espeso, la fuga hacia otro lado más tranquilo. Volvieron a alzarse las olas. Todas locas, desmelenadas de espumas. De qué acicate huirían también ellas? siempre allá, hacia allá. Dónde es allá. Vaya usté a saberlo! sordo, prolongado, absurdo, estúpido, voraz, el rumor de la mar como de un gato juguetón y diablo.
Felizmente no pasó a mayores. Es decir, si. Hubo gorda. Temporalazo grueso el del día ese. Pero no lo hizo el viento ni la mar turbionera. Lo hizo el Gaviota.
Unos minutos la mar siguió correteando. Todavía cantó el viento amenazas y ternos sucios, a los que los hombres de a bordo respondían con todas las groserías de todos los países. Al pasar, un tipo indefinible. trazas francesas. se apoyó en un pie del Gaviota y, como la mar, se alzó también el muchacho mismo que leche hervida. Sigue en la pagina 57)
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