38 Amauta Una voz potente ¿de algún sacristán. Saquemos la Procesión.
Cumplamos con Dios primero y después destruyamos Huarás. La indiada como un torrente incontenible subió hacia la capilla de la Soledad, donde se venera la milagrosa imagen del Señor.
La Procesión.
VOZ Entre nubes de incienso y Ivora, lirios y cintas, el Señor clavado en la cruz. Música de rayanos. Vírgenes indias danzando. Una palla demacrada había ayunado tres días. Un hombre con un camisón blanco y una soga en el cuello, representaba al inca cautivo. Avanzaba lentamente la Procesión. Falta una hora para que llegue Callirgos! avisó un chasqui. Hay que apresurarse a terminar con la fiesta. Cortemos la calle! Que la Procesión no haga su recorrido de costumbre. Pesa mucho el Señor. Maldición. Se han caído los rayos de plata que circundan su cabeza. Esperen un momento, hay que colocarlos de nuevo. Perdemos mucho tiempo. Hay que principiar el saqueo. No! hay que pelear con Callirgos. La misma voz potente, que el principio incitó a los indios a cumplir con Dios primero. De rodillas. Pidamos al Señor que nos de la victoria!
El ruido cesó por un instante: La misma clamó. Dios mío. Danos la victorial! más imponente y lúgubre, que impresionó a los indios, hizo esta pregunta. Qué ganaremos señor mío? Milagro. El señor movió la cabeza negativamente. El Señor dice jinó. aulló la multitud, despavorida. Muchos se dieron a la fuga. Sólo un indio manchado de sangre negra, se enfrentó con la imagen. Traidor le injurió estás vendido a los blancos. Con mi hacha he de hacerte añicos. Ante tales blasfemias los indios se atemorizaron más. Su.
pay! Supay. lo conjuraban, haciéndo la señal de la cruz. Es Pedro Cochachin el Uchcu, que trabaja en las minas negras, en los socabones profundos que se comunican con el infierno.
Huyamos. El Señor nos va a castigar. El Uchcu, enarboló su hacha.
Una detonación terrible. Los cañones de Callirgos, rompiendo la tregua pactada, ametrallaba la ciudad.
La masacre espantosa empezaba. Batallones de chinos enrolados en Casma, de negros y cholos costeños, hacían una terrible carnicería en la masa que cobarde buscaba la salvación en la huída.
Una mano poderosa contuvo el brazo de Pedro.
El arma se abatió sin fuerza sobre la imagen. Volvió la cabeza como un tigre.
Era Atusparia: Es la hora de luchar y no de destruir imágenes. Muera el cristo. le escupió llameante el Pedro. Atusparia se irguió solemne: 1¡Muera. Mi padre es el Sol y mi madre la Tierra. El Uchcu conmovióse: Atusparia, eres un amauta. la mano que iba a asesinarlo dióse franca.
Ambos jefes con sus pocas tropas, lograron contener a los gobiernistas, mientras las masas se salvaban. Cayó Atusparia. Su guardia fiel defendió el cuerpo caído del jefe. Con sus cadáveres lo escondieron. Uchcu huyó.