Amauta 29 señalado, impuesto al mundo los valores morales estéticos de las capas subterráneas de la sociedad.
ese COMO exacta Waldo Frank, la creación de Chaplín, nace de la medida de su ritmo cardiaco, pero mejor como el mismo dice: Cuando Chaplín se apresta a ensayar una escena ya ha sido medido su lugar en la arquitectura del asunto así como el tema mismo ha sido medido por la vida de Chaplín, de modo que éste cuando ensaya, sabe lo que sucede. Es así como la obra es su proyección física, orgánica. Todo en él, desde su salida a las líneas matemáticas de su arte, es un ritmo en que se conserva intacta la vibración plástica de su anatomía nueva. Esa luz misteriosa, fisonómica de pura luz a veces sombra que irradia sus gestos, sus articulaciones, son de su potencia: Luz y Sombra de su esqueleto. Solamente en sus tonalidades es que colabora lo cambiante de la vida, le mouvement de ame, que diría Valéry, y en lo que se puede precisar la síntesis del admirable ritmo de Eupalinos. Charlot, es además del ritmo de la tésis griega: exterioridad, serenidad, tiempo vagancia autómata del ritmo humano. En esta forma es que excede al tiempo en su sentido fijo, antiguo, griego. El Friso no es sino la idea extática del tiempo dentro del sentido decorativo; quien no acierta a ver sino lo último, no logra la categoría del ritmo arquitectónico antiguo en el que está contenido, cerrado el tiempo.
Pero Charlot, habitante del cielo, es imágen, figura movida, subconciente. En él ajustan las razas sus movimientos terrestres. Como gitano que es, ha podido llevar al cinema contínuo movimiento de figuras colores y de imágenes que capta del mundo el nómade. Por eso su cara está todavía en la etapa de ese remolino de pasajes, de cielos caídos, que son los ojos de Chaplín. Sus mismos zapatos no son más que los coturnos griegos ennegrecidos, humanizados por un largo y sudoroso peregrinaje mediterráneo. Todo en él está sometido a su ritmo cardiaco excepcional, que incita al mundo a una taquicardia emotiva, angustiosa, en film que anega el sueño y las pestañas. Charlot, es el personaje de la angustia. Su arte no habría dado sin el aporte del surmenage de la Post Guerra. En él, sinembargo, lo único cuerdo, lógico, es su bastoncito que es una especie de Sancho adelgazado por un riguroso rágimen vegetariano. Su bastoncito se mueve de acuerdo solamente con la gracia de su bigote o de su hongo qua perece verdaderamente crecido en tierra fangosa.
El bastoncito se ríe en sus movimiento ágiles en escenas en que Chaplín no debería intervenir. Hay momentos en que parece que su caña actuara de acuerdo tácito con el movimiento de sus huesos. En este punto, todo instrumento se humaniza al contacto con Charlot. El devuelve ternura al paisaje, al animal, a los más feroces como el oso, en las montañas pascuales de Alaska.
43. Chaplín y la historia.
PHILIPPE Soupault, niega el origen judío de Chaplín, pero ello no afirma nada más que una pequeña necedad biográfica. Al contrario, se