22 Amauta como del fondo de nuestro ser, un sonido, un acento, un residuo de algo que no es puro sentimiento, que no es puro pensamiento tampoco, sino bizarría y nostalgia, o dolor. todo ello, sincera y poéticamente anatomizado, analizado, o descompuesto y compuesto de nuevo, es decir, sentido e inventado. Labor fluída, pero lenta.
De esta manera, y conservando aquel mínimum de anécdota que Ortega y Gasset exigía hablando de la obra de Proust, ha corapuesto su novela Benjamín Jarnés. Hasta ahora este libro es lo mejor que él ha escrito y de lo mejor que han escrito los jóvenes de nuestro tiempo.
Por el tono y por la manera recuerda su profesor inútil y está más cerca de la virtud de esta narración que de su convidado de papel. Los personajes tienen todos aquella misma bondad suave y algo ingénua, de colegiales claustrados, que se hacía ternura poemática en la discípula y el profesor de la citada narración.
Tiene también una sensualidad húmeda y dulce, de zumo frutal, sazonado como aquellos melocotones y aquellas peras que con tan deliciosa y acariciada prosa pinta Jarnés en el tabaque que hay sobre el operador de uno de sus personajes.
Solo le pediríamos a esta novela, de cuando en cuando, mayor dureza y más brío. Brío y dureza del estilo y del contenido humano.
Le pediríamos que el caramelo de la prosa jarnesiana y parnasiana se tornara alguna vez áspero y ácido limón o dura y apretada almendra amarga. que los personajes fueran más de hueso y carne humanos. ahora que hemos hablado de la novela, refirámonos a su pró logo. Tiene este prefacio un entusiasmo clamoroso de manifiesto literario. Jarnés pone su grito de audacia en el actual aire de nuestras letras. él le parece ese aire tan depurado y frío que se le torna irrespirable. Todas esas virtudes innegables a nuestros jóvenes escritores: probidad, buen gusto, trabajo, paciencia, pulcritud, se veridad, a Jarnés le inspiran un recelo sospechoso. En el fondo, las cree timidéz, miedo más bien. Para Jarnés, el arte nuevo es un en blanco: y el artista, a quien el miedo cohibe inhibe, se retrae y falto de audacia, no se atreve a escribir o a pintar sobre el muro candido. Es esta una época nos dice que nada tiene de heroica, a menos que podamos llamar heroico, un exceso de cautela. El artista no tiene con que cubrir su desnudez, arrojado del fértil paraíso de la exhuberante fantasía, del capricho desmelenado. Se siente que esa fachada, que esa tela, que esa página rechazarían el menos sospechoso relieve, aun el más sobrio. todo por miedo. es de ver, sobre todo, como creyendo a los poetas más miedosos que a los otros artistas, arremete contra ellos: Abro un libro de versos nos confiesa líneas ágiles delgadas, chorros líricos, soterrado patetismo, emociones estranguladas por el implacable laso irónico, diseño de sonrisas.
detrás, amenazadora, ceñida, la palmeta del dómine, el enorme aparato tradicional que amenaza caer sobre la desnuda construcción. He aquí un fervoroso grito de protesta y combate, un cornetin que convoca casi estridentemente, si su voz no fuese un poco azucarada, a la rebeldía, al asalto impetuoso de la energía audáz. Pero ese miedo contra el cual Jarnés arma su prosa, existe real mente. Es cierto su juicio sintético de nuestra poesía contemporánea?
Creo que se equivoca el joven maestro de la prosa linda. Lo que él considera miedo, es si se analiza hondamente nuestra producmuro