Amauta 21 BENJAMIN JARNES EL MIEDO, por Juan Chabas.
ENJAMIN Jarnés es un escritor joven. Por su estilo, por su orientación, por sus gustos, mucho más jóven que por su edad. Los amigos de la Revista de Occidente. de. Malovebra la tertulia de esta Revista a un hombre sencillo, vestido drid están acostumbrados a ver en el salón donde se celede negro, alto; grueso, pero no gordo. Pasa este hombre de los cuarenta años; pero en sus ojos, vivaces a través de unos lentes de mariposa, se adivina mayor juventud. La frente es alta, tersa y despejada.
Las mejillas tienen suaves y gordezuelos mofletes de infante. un lado y otro de la cabeza, le caen blandamente unos bands de pelo flácido, dócil. Sus gestos, sus palabras, sus silencios, tienen siempre lentitud amable, ternura pacata y discreción llena de beatitud de prelado Si este joven enlutado fuera sacerdote como lo parece prediciríais fácilmente que llegaría a obispo de una vieja ciudad española: Toledo, Salamanca o Zaragoza.
Tal Benjamín Jarnés, tejedor de una prosa sabia, muy pulida muy linda; bellas las metáforas, bellas las palabras, armonioso y dulce el ritmo de las frases. Tan dulces a veces, que leyendo la prosa de Jarnés tenéis frecuentemente la sensación de que un caramelo de frutas sazonadas se os deslíe en la boca lentamente. este escritor tan pulcro, tan cuidadoso de su dicción, es, al mismo tiempo, un escritor fecundo. En la Revista de Occidente. en Síntesis. en Criterio. en Diario de la Marina. en La Nación.
de Buenos Aires, aparecen con frecuencia artículos suyos. aún le queda tiempo, luego de satisfacer tan amplias colaboraciones, para escribir sus libros.
El último, luego de la ochocentista biografía de Sor Patrocinio. que ha publicado en Calpe, es una novela, Paula y Paulita de la que conocíamos ya algunas fragmentos publicados en diversas revistas juveniles y en la misma madrileña y europea Revista de Occidente, editora, con esmero, del libro.
Muchas veces se ha insistido en las dificultades que existen hoy para escribir una buena novela. Al mismo tiempo que este gênero parece agotado, ofrece múltiples posibilidades de renovación que se entrevén en un porvenir no muy bien determinado. Esta renovación no empiece para que constantemente, quien lee una novela, haya de sentir que le cuentan algo acontecido en verdad. Por su parte, quien la escribe aún ha de experimentar más vivamente esa sensación, aunque sepa que nada de lo que él relata sucedió, o tenga conciencia de que sucedió de modo diverso al que él lo relata.
Porque la imaginación es una verdadera aventura. Una aventura que conviene no anotar demasiado de prisa porque se corre el riesgo de ensombrecerla. La imaginación debe ser fluída como la vida misma. Hay que creer en la realidad de la imaginación; pero esa realidad se hace clara en el recuerdo. con la memoria surgen entonces,