44 Amauta a quiere importar chinos, oyendo leer el parte que se habían fusilado dos mil indios, dijo: Los indios están demás en el Perú.
En los periódicos de Lima, meses de mayo, junio y julio del 85. El Comercio. La Opinión Nacional. El País. El Nacional La Tribuna. El Campeón y El Bien Público. además de las correspondencias de Huarás relatando los sucesos, se encuentran remitidos del Prefecto Noriega, sincerándose de los acontecimientos, y echando la culpa a los blancos de Huarás que incitaron los indios contra su autoridad, para sufrir después las consecuencias de una lucha de razas.
Los blancos de Huarás contestaron inculpando únicamente al exprefecto de ser el causante de la sublevación, por haber querido cobrar el impuesto personal y cometido mil abusos con los indígenas.
En esta riña de comadres, se secan los trapitos al sol. La historia recoge valiosos datos. llega a la triste conclusión que en las sieras del Perú los indios son esclavos. Que los blancos los consideran no como personas sino como animales.
La muerte de Atusparia.
El más viejo de los ancianos, representante de las cuarenta estancias de Huarás, con su voz pausada, dirigióse a Atusparia. Te damos esta gran comida de despedida, según nuestras costumbres de tiempo antiguo. Cuándo uno se vá para siempre, hay que despedirlo. Te llama de la Ciudad Grande, el Alto Jefe, para concederte honores y mercedes. Te sentarás preeminente en la mesa del Emperador. Usarás borla encarnada y plumas de coreguenque.
Vé, Atusparia, fuiste sabio y bueno. El Sol te llama hijo. Toma. En copa de oro, como nuestros padres incas beberás la sagrada chicha.
Bebe de ella que en el fondo encontrarás la verdad de mi despedida.
Atusparia recibió con grandes reverencias el vaso de chicha y antes de acercárselo a los labios: Quiero dijo con su voz sinceraahora que mi cabeza no siente el sueño divino de la sagrada chicha, dar mi corazón, por entero a vosotros, para que conozcáis la verdad. En el abismo misterioso de las miradas viejas de los Ancianos, conocí mi despedida postrera. Me habeis llamado traidor y vendido. No quise destruir ni asolar ciudades, ni violar mujeres, ni chancar niños sobre las piedras. Solo Uchcu. Pedro. era el que con el rejón ensartaba por el ano a los soldados mistis. El que bebía la sangre y machacaba los huesos. El que clavaba cabezas barbudas en el camino. El que violaba doncellas.
Me llamasteis traidor, porque amparaba mujeres indefensas, pro tegía niños y era misericordioso con los enemigos.
Ancianos de mi tribul ¡Por mis venas corre sangre de Incas!
Soy el amauta que hace limpiar los caminos, construir los acueductos para el regadío, trabajar la tierra y adorar al Dios Bueno.
Me hacéis beber la dulce chicha de los ensueños en vaso de oro.
De maíz escogido fué hecha, con sumo sagrado de coca fué mezclada. Ven sagrada chicha, entra por mi paladar, que en el fondo del vaso de oro está mi verdad.
De pié, la cabeza inclinada, litúrgico, mojó sus dedos en la chicha y ofrendo a los cuatro puntos del horizonte Apu Huascarán, Apu Wilcanota, Pachatera mana, Cochatera mama.