Amauta 15 en ella a Sófocles y a Calderón, la botánica y la ornitología; y luego convencía a un obrero con las palabras de fácil comprensión necesarias para el caso, y jugaba locamente, entre risas y carreras de criatura, con los niños, que la adoraban. En ella se cumplía realmente la difícil exhortación del Evangelio: Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.
Así, ardiendo siempre con clara y alta llama de inteligencia y de pasión, atravesó como una antorcha los largos años anteriores a la guerra, alzándose más viva tras la reja de las cárceles imperiales o zaristas, para que aun allí pudieran distinguirla los millares de ojos ansiosos que en ella cifraban su esperanza; después los cuatro años trágicos; luego las persecuciones de la República; más tarde los días decisivos de enero de 1919, en que su lumbre se hizo rojizo y amenazante resplandor de purificador incendio; hasta que finalmente manos enemigas tomaron la antorcha ya semiconsumida y la hundieron entre el polvo para apagar su llamia. Concluirá en el próximo número) on zon e a yo L viento de la estación, el viento verde, cargado de espacio y agua, entendido en desdichas, arrolla su bandera de lúgubre cuero, y de una desvanecida sustancia, como dinero de limosna así, plateado, frío, se ha cobijado un día, frágil como la espada de cristal de un gigante, entre tantas fuerzas que amparan su suspiro que teme, su lágrima al caer, su arena inútil, rodeado de poderes que cruzan y crujen, como un hombre desnudo en una batalla, levantando su ramo blanco, su certidumbre incierta, su gota de sal trémula entre lo invadido. Qué reposo emprender, qué pobre esperanza amar, con tan débil llama y tan fugitivo fuego. Contra qué levantar el hacha hambrienta. De qué materia desposeer, huir de qué rayo?
Su luz apenas hecha de longitud y temblor arrasira como cola de traje de novia triste aderezada de sueño mortal y palidez; porque todo aquello que la sombra tocó y ambicionó el desorden, gravita, líquido, suspendido, desprovisto de paz, indefenso entre espacios, vencido de muerte.
Ay, y es el destino de un día que fué esperado, hacia el que corrían cartas, embarcaciones, negocios, morir, sedentario y húmedo, sin su propio cielo. Dónde está su toldo de olor, su profundo follaje, su rápido. celaje de brasa, su respiración viva?
Inmóvil; vestido de un fulgor moribundo y una escama opaca, verá partir la lluvia sus mitades vacías, porque el viento nutrido de aguas, el largo viento llega.