Amauta 13 certeza agudísima, advierte en ellos el germen del mañana aun desconocido. Así cuando conoce a Lenín, está dispuesta inmediatamente a concederle toda la importancia que ella adivina en aquel amigo taciturno y poco simpático. En 1909, escribe a este respecto a Carlos Kautsky: Adjunto el título de un nuevo libro de Lenín; ocúpate de que el libro sea mencionado entre las obras recibidas. En lo que concierne a la crítica, no se la pidas todavía a nadie; yo podré quizás recomendarte a alguno; por lo demás, tú correrías el riesgo de molestar, sin querer, al autor. Pero menciona el libro inmediatamente entre las obras recibidas, y también en la bibliografía del socialismo. 10. Desde los comienzos de su carrera política, cuando era aún una oscura estudiante de la Universidad de Zurich, ya se muestra con la misma precisión matemática para comprender la trama de los acontecimientos y abarcarlos hasta en sus más lejanas proyecciones. Porque eso fué ella ante todo: un poderoso talento político, dando frente a la vez a la teoría y a la práctica y dominándolas a ambas. Acaso ella misma no lo comprendió nunca, porque casi nunca se comprende la verdad más íntima del propio ser. escribía con su fantástico humor que ni la cárcel era motivo suficiente a apagar: Es necesario siempre que tenga yo alguna cosa que se apodere de mí toda entera, por poco conveniente que esto sea para una persona seria de la cual para su desgracia se espera continuamente alguna cosa inteligente. Tú misma, querida, no quieres saber nada de mi dicha en un rinconcito y no haces más que reirte. Me es muy necesario, sin embargo, alguien que me crea, cuando yo digo que es solamente por error que giro en el torbellino de la historia mundial, pero que en realidad, yo había nacido para guardar ocas. 11) más tarde lo vuelve a afirmar siempre en sus cartas desde la cárcel: Personalmente me siento muy bien. En un trozo de jardín, aquí o en el campo me encuentro más en mi medio que. en un congreso del partido. usted se lo puede decir sin que me gospeche a punto de traicionar al socialismo. Usted sabe que a pesar de todo, moriré en mi puesto, en una contienda callejera o en pres dio. Pero mi más íntimo yo, pertenece más a las hormigas que a los compañeros. 12) Así decía, pero se engañaba. Su vida fué lo que debió ser.
Quitarle la acción, la tempestad, el sufrimiento excitante de la lucha, hubiera sido arrancarle su propia alma. Es sin embargo una ilusión común a todos aquellos cuya vida ha sido furiosamente arrebatada por el torbellino de los acontecimientos, para decirlo con sus mismas palabras, el figurarse que su verdadera vocación es otra distinta de aquella a que han sido llevados. También Robespierre, en plena tormenta revolucionaria, soñaba con un retiro campestre, con días pasados en la quietud, rodeado de la placidez de los afectos domésticos. Vanos espejismos que no alcanzan a prevalecer sobre el verdadero impulso que los conduce, fatalmente, al encuentro de su misión. al lado de esos fantaseos sin trascendencia, que testimonian sin embargo una rara exquisitez de alma, están sus juicios de la misma época, sobre la revolución rusa, en los que toda su perspicacia política se muestra nuevamente. Te alegras de los rusos? Bien entendido, ellos no podrán sostenerse en ese sábado infernal no a causa de la (10) ROSA, LUXEMBURGO: Op. cit. pág. 173 y sig. 11) ROSA LUXEMBURGO: Op. cit. pág. 197. 12) ALVAREZ DEL VAYO: Op. cit. pág. 83.