Amauta 57 educado severamente en la tradición caballeresca de la nobleza militar anterior a los tiempos de la burguesía.
El ambiente de la pequeña ciudad en que vivíamos era marcadamente hostil al Comandante. Llamaba la atención el que no asistiese nanca a las ceremonias con que se festejaba el cumpleaños del Káiser, rechazando bruscamente cuantas invitaciones se le hacían; además, había llegado el soplo de su artículo sobre el problema colonial, y ta.
bién despertaba sospechas en muchos padres el modo como educaba a u hijo. Por ciertas alusiones del juez, que debía saber algo de él a través del papel sellado, deducía la gente que el Comandante era un tipo políticamente peligroso, recelo que venía a aumentar la circunstancia de hablar frecuentemente inglés con su hijo. En la intimidad se le conocía comúnmente por el nombre del Comandante rojo. a pesar de que de todo podría acusársele menos de simpatía hacia el proletariado. Su aversión al régimen nacía simplemente de su amor rorántico hacia un pasado que veía en peligro. Herr von era netamente conservador, aunque muy cultivado. esta sola circunstancia bastaba para convertirle en adversario decidido de Guillermo II, que se apoyaba para gobernar en una burguesía semiculta y en la ideología irrea de unos cuantos profesores, y que prometía la hegemonía del mundo a un pueblo que no tenía siquiera gusto para vestir bien y comer con cier¿Qué va a hacer esta gente se decía el Comandantecon ese mundo que les prometen, si algún día se lo ponen en las manos? Son capaces de comer sus costillas de cerdo hasta en Calcuto esmero.
ta.
La rabia del Comandante contra el régimen se había sublimado hasta el punto de poder vestir estéticamente, como se ve, sus reproches y recelos políticos. Quién podría tildar a este hombre de revolucionario?
Y, sin embargo, la voz de las tertulias le daba esa fama. El epíteto de Comandante rojo procedía de Brosius. Este ingenio no se cansaba de difundir por los salones de una burguesía hermana de él en espíritu, anécdotas de la vida privada del Comandante, entre las que, naturalmente, las relaciones con la hija del agregado militar francés ocupaban el lugar de honor. en los círculos influyentes del nivel espiritual que marcaba el Dr. Brosius, francés era sinónimo de degenerado, sifilítico y pervertido.
Bajo la máscara de una gran indignación moral, Brosius daba detalles de esta liaison escandalosa. Detalles que debía a un hermano espiritual que representaba en Tokio los intereses alemanes como secretario de la Legación.
Las madres ponían el grito en el cielo cuando Brosius, entre pudoroso y lascivo, iba pintando los pormenores de aquel escándalo. La primera medida era llamar a sus hijos y prohibirles todo trato con el chico del Comandante rojo. dejando entrever que acaso Ferd fuese e.
fruto de una unión ilícita. Ellas lo expresaban diciendo que tal vez no poseía un nombre honorable.
Los chicos se sometían a la orden paterna y a su fundamentacion contentos de poder oponer a la superioridad deportiva del proscrito, que tenían, que reconocer a regañadientes, su primacía moral. Ferd no