Amauta 47 Olrai.
Así se unieron para siempre un vagabundo marinero y un palomilla chalaco. Así los unió el Destino, mientras desayunaban en los Marítimos. Así se juntaron mozo y hombre y, más tarde, en las vueltas de la vida, peor que esa mar de encantos y de furias, ambos habrían de llorar, uno, su afecto trunco, otro, su sed vagabunda. Sta luego, mister. Hasta luego, Gaviota!
II ra.
na. Mi madre, qué concha! Me largo, si, me largo. Ahorita mismo me voy por mis cosas: el Corazón de Jesús se lo dejo a la porteMi ropa y el Señor de los Milagros. Ah! Mis frazadas. Alla debe hacer frío. Cuánto tiempo estaré a bordo. Toda mi vidal ¿Pa qué volver. Gringo cojonudo!
Los dieciseis años de Gaviota brincaban con una alegría bailariHijo de un Hospicio, de un azar, no tenía a quien rendir cuentas.
No hubo afectos nunca. Fué siempre generoso con las hembras que su viveza de criollo le conquistaba y supo, siempre, hacerse respetar porque a golpes no hubo Dios que le pisara el poncho. Siempre fué así, absurdo, donjuanesco, generoso, y jamás, pero jamás, tiró un puñete sin razón ni lo recibió sin honor. Guapo y con esa belleza de los criollos, ágil y bueno, la vida le fué fácil por falta de prejuicios, que le llevaban hasta la alcahuetería, y por generosidades rumbosas, que le hacían gastarse el producto de sus ventas en una ronda de pisco o media de cerveza. ahora se iba, ise iba! Irremisiblemente. Su viejo sueño de ser marinero, de vivir en intimidad con esos hombres que, en su imaginación, él aureolaba con un prestigio de guapezas, iba a realizarse. Vivir en el mar, luchar en el mar, rendir a las hembras lejanas de otras tierras, y gastarse sus soles en un capricho o en un rumbo.
Mozo chalaco, es decir: tarambana, generoso, macho.
Llegó al callejón. Revolvió el cuarto y en las frazadas puso tode su avio. Añadió la oleografía del Señor milagrero y la chaveta. por si aca. Misia Franciscal ¡Misia Francisca. Qui ay. Le vendo mi baúl y este Corazón de Jesús: una libra.
Regateó la zambona largo rato. Al fin entregó la libra. El muchacho yapó con los huachos de la de a mil. Aonde te vas. la mar! Me han contratado pa piloto. palanganeó el Goviota. sin decir adiós, sonriéndole el alma por los ojos achinados y la boca sensual, el Gaviota se dirigió a la Capitanía, a esperar a don Charles, para iniciar su nueva vida con un equipaje miserable, una chaveta y diez soles en el bolsillo.
Un rato esperó todavía rodeado de amigos que le veían cargado con el atadito. Preguntas y respuestas sobre el futuro viaje. Envidias y parabienes. Bromas y consejos. Hasta que llegó el gringo. Encontro la carga, mister. No hay nada. Qué se va cer!