Amauta 43 EL GAVIOTA, por José Dier. Canseco Al Cojo Badhan, primer Comandante del 3. don Peter Canga, Segundo de ese buque. Al Ne.
gro Bastante, Teniente lo. Jefe de Ingeniería. Willie Tirado, que le dicen Chica Pierna. Al Cojo Romero, mi amigo y mi hermano. Llosita, el pichón de abordo. los Oficiales de Mar y Marineros. Nario, cuya vida en la Armada es casi un ejemplo. Die.
guez y a Montrueil. García. a) Saqueo, hermano del otro García. a) Muladar. Al zambito Heredia, criollo jaranista y farolero.
También al chino Ugaz, el cocinero, a cuya sobrina enamoraba Gamarra. todos vosotros, amigos y camaradas, que a diario tirais vuestras vidas por sobre la borda, y, a diario, os las devuelve la Mar porque, acaso, no las quiere todavía. Especial para AMAUTA. PRIMERA PARTE las siete de la mañana los chinos marchan con sus carretillas de emoliente. Cambian los densos capotones nocturnos por uniformes kakis policíacos. El puerto comienza su vida agitada, febril, bullanguera.
La sirena de la Dársena pita ya furiosamente llamando peones. Los hombres tostados, membrudos, llegan, la americana sobre un hombro, desgarbaba la marcha, la gorra sobre la nuca, el pucho en un ángulo alegre de la bocaza. en grupos de cuatro, tres, siete.
Charlan tumultuosamente llamándose por motes y bromas que corean las carcajadas estridentes y zumbonas de los otros. Pato chinoo. Tu madreee! las carcajadas restallan como latigazos de chunga sobre el damnificado con el mote y el damnificado con la madre.
La luz del sol alegre todavía se chafa en la neblina que zahuma yodo. Las olas estríen, sobre las piedras de la playa, larga guirnalda florida en blanco. Diez mil soles para mañana, salen!
Mañanita del Callao trascendiendo a pisco y tufos de chicharrones. Los palomillas periodiqueros lanzan el pregón estentóreo. Con el crimen de La Victoria, La Prensa. Los trenes arrastrando carros que se cimbran con las pancas de algodón, con las pipas de vino, con las maderas plurales, con los sacos mineros. Trepida el puerto con el estridor de grúas, bielas, martillos, cadenas, con toda la baraúnda estupenda de la lucha cotidiana. Viejo puerto querido despertando ante la mar mansa, suave, panda, surcada por botes que dejan sobre