62 Amauta conocer la verdad de las cosas. Mas cuando mi padre, después de un fracasado conato de explicación, me dijo que no era honesto hablar de estos asuntos, a la curiosidad vinieron a unirse la emoción, el miedo y la vergüenza.
Ferd miraba friamente estas cosas, sin darles importancia. Las chicas no le interesaban, y respecto a los animales se lo explicaba todo con perfecta claridad.
EL MISTERIO Corremos hacia la finca, que está allí, tendida, ancha y potente, en el vago regazo de las tierras pardas. De la mantequería sube una columna de humo. Los ventanales de la casa de campo relumbran entre el verde y la humedad. Y, prendidas en la yedra, brillan las telas de araña cargadas de rocío. Detrás del huerto, en el lavadero, danza colgadas de las cuerdas, las camisas puestas a secar, que el viento infla, formando figuras grotescas, decapitadas.
En los establos mugen las vacas. Oímos los relinchos de los caballos, debatiéndese contra los pesebres. De los campos llegan los cantos de las jornaleras polacas en sus faenas. Perezosos y oscuros, como el cabello de estas zagalas. Son las cuatro. El descanso de la merienda.
Los primeros mosquitos danzan en torbellinos sobre el estiércol, donde un perro degenerado hoza en busca de ratones. Bajo el alero saliente de la granja, un gallo salta sobre una gallina de color ceniciento azulado, que sigue picoteando paciente en el suelo.
Le hago una seña a Ferd. Ferd: mira el gallo!
Ferd se vuelve. Yo estoy tremendamente excitado y no me atrevo a mirar. Me meto por él, y le digo al oído, muy quedo. El misterio. Qué misterio. Ese! le digo, apuntando a la pareja y poniéndome colorado, pues es la primera vez que hablo con él de estas cosas. Qué misterio ni qué tonterías. No hay tal misterio. replica Ferd, riéndose de mí Eso se ve aquí a todas horas. Para qué crees, si no, que queremos el gallo. No es sólo el gallo, Ferd le dije. Es lo mismo en todos los animales: en las gallinas, en los patos, en los caballos. y en las personas. Si repuso Ferd, con un aire de indiferencia debe de ser lo mismo. En las personas no sé a ciencia cierta; pero debe de ser lo mismo o cosa parecida. siguió andando, sin inmutarse.
Le paré, para decirle. Ferd. Cuándo sabremos cómo es en las personas. Ferd se detuvo y se quedó pensando.
Su cara toma un aire de viejo. Me parece que no lo sabremos nunca. Nunca. Por qué. Porque está prohibido hablar de eso. Pero, jaunque esté prohibido, la gente lo hace. Naturalmente que lo hace, y también tú lo harás, cuando te llegue la hora. Pero harás como hacen todos: no se lo dirás a nadie.