Amauta 41 La muerte de Montestruque fué la señal de retirada de los indios. las nueve de la mañana, recogiendo sus muertos y heridos, se encaminaron a los cerros próximos. Había más de mil hombres muertos y el doble de heridos, entre los que se contaban muchos caciques principales, el valiente Tupishuanca con un mortal balazo en las costillas, el Comandante Granados con once heridas. El mismo Atusparia recibió un balazo en una pierna.
Viendo el mal éxito del combate, y pensando que se debería presentar una nueva batalla en Huarás, dónde se esperaba por momentos a diez mil conchucanos, Atusparia y Granados se hicieron conducir en camilla a Huarás, dejando el mando de las tropas a Uchcu Pedro y a José Orobio, el Kuri blanco.
El final de Mosquera y derrota de los indios En la tarde de ese mismo día escribió Mosquera, de Manco de dónde no se había movido, la siguiente carta a Iraola: Los más empeñados en la continuación del combate han huído, y deseando evitar un inútil derramamiento de sangre, invito a usted a una entrevista en el lugar que designe, concurriendo ambos con nuestros ayudantes.
El Prefecto recelando una celada en esta invitación, le contestó. que tan luego como cayera en sus manos lo fusilaría sin misericorn dia. Mosquera asustado con esta brutal contestación, quiso huir con su séquito de mestizos hacia Huari; más el terrible Pedro lo tomó preso en el camino y llevólo al campo de los indios, donde lo hizo escupir con los soldados, declarándolo traidor.
Mosquera llorando, se postró a los pies de Pedro, pidiendo perdón. El indio al ver la cara cómica del borracho, cogiéndole por el cuello como a un muñeco, lo presentó a los indios diciendo: Ved, este es un misti. un triste monigote que Atusparia nos puso de jefe.
Todos rieron. El Doctor Mosquera había dejado de ser el superhombre. era apenas un desgraciado payaso. Lo perdonaron. Mosquera siguió en las filas indias como obscuro soldado.
En la madrugada del 22, se llevó a cabo un ataque para apoderarse de la caballada que pastaba en unos potreros. Esta audaz maniobra no surtió efecto, pues los del Gobierno, coparon a los indios, matando a muchos y tomando prisioneros a más de quinientos. Entre ellos cayó José Orobio. este jefe, se le dieron primero, doscientos azotes y después se le fusilo: Cuando lo azotaban se burlaba de sus verdugos: Yapa, tata, yapa les decía. en los últimos estertores de la muerte, con seis tiros en el cuerpo, todavía repetía: yapa taita, yapa. los demás indios se les hacía cavar sus propias sepulturas, y paar econorizar municiones, puestos de seis en filas, se les hacía una descarga. Muertos o heridos, se les enterraba prestamente en las fosas. Los ataques de la indiada sobre Yungay se repitieron hasta el 29 de Abril. Pedro viendo la imposibilidad de tomar esta plaza se retiró, con los pocos valientes que quedaban, a concentrarse en Huarás. El Prefecto Iraola hizo al Gobierno de Lima, el siguiente parte. Yungay, Abril 29 de 1885. Señor Director General de Gobierno. Lima. Después de haber vencido infinitas dificultades e ingresado a esta ciudad, está contristado mi ánimo señor ministro, al