40 Amauta de partir, Mosquera mandó un chasqui al Prefecto Iraola con este mensaje: Le intimo la rendición, previa entrega de armas. marchas forzadas el Ejército indio, llegó a Manco, dónde se les dió la noticia de la toma de Yungay por los gobiernistas.
Atusparia, sabedor por chasqui. de las bellacadas del famoso Mosquera, salió precipitadamente de Huarás. La presencia del Jefe Supremo restableció la confianza entre los indios que murmuraban contra el Comandante General. Atusparia destituyó inmediatamente a Mosquera, y nombró en su lugar a Granados de Pumacayán.
Mosquera que había mandado horas antes, un mestizo de su confianza, para tratar con Iraola. alguna traición? y viendo que la llegada de Atusparia frustraba sus planes, envió el siguiente mensaje: Coronel Iraola. No cumplo con el parlamento ofrecido, pues mis valientes tropas han resuelto tomar Yungay a sangre y fuego.
Batalla de Yungay. Muerte de Montestruque y Bailón El 21 de Abril, por la noche, los indios atacaron la ciudad valiéndose de un ingenioso ardid. Se disfrazaron con pellejos de carnero y a cuatro patas avanzaron hasta cerca de los cuarteles, dónde despojándose de sus pieles, atacaron a la tropa. Esta, que no dormía, los recibió con nutridas descargas de fusilería. Al amanecer se había generalizado el combate. Iraola se había posesionado muy bien de la plaza. Su artillería emplazada en el mogote de Huansacay barría con las avalanchas de indios que se desgalgaban de los cerros sobre la ciudad.
Por un momento Iraola se creyó perdido. Un batallón de indios mancosinos con José Orobio a la cabeza, tomó el puente de Calicanto. Mas fueron rechazados después de una feroz lucha cuerpo a cuerpo.
Montestruque que había estado examinando las fases del combate, viendo lo necesario que era ayudar a Orobio, dió la voz a Bailón, y ambos con sus tropas se avalanzaron sobre el puente.
Un momento de indecisión. Las tropas gobiernistas erizaban de fusiles la otra banda. Hombre que se aventurara por el puente, era hombre muerto. Había que dar el ejemplo. Angel Bailón se aventuró el primero. Viva Atusparia! gritó al caer fulminado por cien balas. Los soldados que tras el jefe, se habían lanzado al combate, fueron destruídos.
La división de Montestruque también quiso pasar el puente. Mas no, es temerario exponer mi vida. pensó el intelectual soy el cerebro de la sublevación. Debo ser yo quien dirija la batalla. Improvisarme militar. Triunfar. Con estos pensamientos subió a gran pedrón, y con el anteojo, pudo darse cuenta de los movimientos del ejército enemigo. Entonces dió órdenes de ataque de tal o cual división, que ponía en apuros al Prefecto Iraola.
Los indios viendo el éxito de tales órdenes, siguieron con más entusiasmo y ardor las indicaciones del improvisado general. Cuando una bala traidora dió a Montestruque en el pecho. Ensayó una postura de héroe, y antenazando con el puño al cielo grito. Viva la Revolución! De los amplios bolsillos de su chaqueta cayeron los últimos números del Sol de los Incas.
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