36 Amauta 23 ARCO DE CRUZ PATA, dibujo por Valdivia Dávila.
me Las fantasías de Montestruque y el maquiavelismo de Mosquera Mosquera estaba ya borracho con las primeras copas matinales.
Recibió a Atusparia con un marcado servilismo. Con su voz aguardentosa de capitulero. Inclito Atusparia, Jefe Supremo de la Revolución Indígena de Ancash. Tu humilde y leal prefecto, no defraudará la confianza que en él has depositado. Me miran mal tus altos jefes indios. Despectivamente rezongan misti. acaso mi madre no es india también. Por el triunfo de esta sagrada causa ofrendaré mi vidall. los traidores se conocerán en la hora postrera de esta trágica aventura. Cálmate, doctor. Tus sonoras palabras, guardalas para el triunfo Montestruque arreglaba periódicos. Mostrándolos a los presentes dijo: El Sol de los Incas ha salido. Está destilando los dolores de nuestra raza, esclava por trecientos años. Hay una clarinada anunciatriz de nuevas auroras, para los indios vencidos.
Mosquera desvió el discurso del periodista, interrogándolo sobre las orientaciones que se pensaba dar a la sublevación.
Montestruque expuso sus ideas, que eran las mismas que acariciaba Aţusparia. Dijo que el Perú después de la guerra con Chile estaba desangrado y exánime. Que el pueblo anhelaba una fuerza nueva para galvanizar su cuerpo moribundo. Que esa fuerza debería venir de las capas inferiores: que su doctrina debería condensarse en estas dos palabras. La tierra es para todos. Que el momento para lanzar la idea era oportuna, pues todo el país estaba disgregado con las ambiciones personalistas de los caudillos.