Amauta 35 Sólo el Prefecto Mosquera desentonaba, junto a la pintoresca vestimenta indígena, con su solemne tarro y su estrafalario levitón de viernes santo.
El catarro de Atusparia Por primera vez en su vida Atusparia amaneció constipado. Enfermedad de ricos. Los salvajes de la montaña creían que los blancos eran los portadores de esta enfermedad, y cuándo divisaban algún explorador le gritaban en su lengua. Véte catarrol)
Entre estornudos Atusparia recriminaba a su cuñado Bailón: Tu tienes la culpa de este maldito catarro. Para qué me hiciste dormir en blanda cama de mistes. Esos suaves colchones, buenos son para mujeres mas no para Jefes indios. Sobre mis duros pellejos de carnero he debido dormir. No quiero tus colchones de plumas, ni tus comidas exquisitas. Dáme mi shaqui de arberjas, mi cancha, mis papas hervidas, mi chicha floja y déjate de conservas en lata, y licores desconocidos.
Sin anunciarse se presentó insolente el Uchcu Pedro: terciado al hombro el poncho, el sombrero a la pedrada y acariciando la culata de sus pistolas. Increpó al Jefe de la sublevación: Todo Huarás ha oído tus estornudos. Los blancos hacen chacota de tu catarro: Harásles conocer: que si no sabes dormir entre sábanas blancas, sabes echarte bien machol con sus mujeres. No seas bueno taita, llévate de mis consejos, y decreta el exterminio de los mistis. Calma tus cóleras, hijo de Apu Huascarán apaciguó Atusparia. Has de saber que no es de Inkas asesinar a sangre fría a cobardes habitantes que tiemblan como carneros, bajo la sombra de las alas del Cóndor. Violar a las mujeres indefensas, quedó sólo para nuestros despreciables enemigos. No me hagas esa mueca Uchcu Pedro. Hay algo de blanco en tu cara, por eso muestras los dientes como feroz tigrillo. El insurrecto se sonrió sarcásticamente. Blanco yó? En el final se verá quien es más indio: Si tú el misericordioso, o yo el chancador de huesos.
Bailón cortó la agriada disputa de los dos jefes anunciando al Prefecto Mosquera y al Secretario general Luis Felipe Montestruque. Táta, no escuches a esos blancos traidores. le aconsejó el Uchcu.
Paternalmente Atusparia, golpeando familiarmente el hombro de su colérico jefe: Te juro Uchcu Pedro que respondo con mi vida, si traiciono, con el pensamiento siquiera, esta sublevación, de la que me habeis hecho jefe. Aquí en la cabeza tengo metidas grandes ideas. Acaricio un proyecto que si te lo dijera, tu ruda cabeza de chalán se desvanecería de estupor. Si estoy con los mistes, es porque me conviene estarlo. Tu sabes chancar huesos y beber sangre: mas no sólo matando se gana la guerra: hay que también ser político Nos fal usiles y yo ya sé dónde encontrarlos. Ven, oirás a mi Prefecto. Así por tu oreja sabrás que más valor tiene el seso, que un rejón.