30 Amauta EL AMAUTA ATUSPARIA, por Ernesto Reyna.
HISTORIA DE LA SUBLEVACION INDIGENA DE HUARAS EN 1885 (Continuación)
Los días subsiguientes Atusparia, entró en los demás poblezuelos que hay entre Huarás y Manco, la mayoría de ellos habitados únicamente por indígenas que recibían a los sublevados bajo arcos triunfales. Grupos de hermosas muchachas indias entonaban canciones de fiesta y coronaban a los jefes con clavelinas y geranios.
Más que una expedición guerrera, parecía una peregrinación de danzarines a las fiestas de Semana Santa que se celebraban en Yungay.
En el Cuartel General de Manco En la Villa de Manco distante una legua de Yungay, Atusparia estableció su cuartel General.
Los blancos de Yungay habían organizado la Guardia Urbana.
Erán los únicos que resistían en todo Ancash; los demás habían huído a la Costa.
Al saber la aproximación de Atusparia, el indio José Orobio, alias el Kuri blanco, reunió más de dos mil indios e ingresó a Yungay en actitud amenazante. La Guardia Urbana disparó contra la indiada, haciéndola retirarse de la ciudad y tomando prisionero a un Simón Bambarén instigador según se dijo de los indios, a quien se le puso en la cárcel.
Los de la Guardia Urbana, envalentonados con esta victoria y reforzados con ochentitres de a caballo armados de fusiles, de la vecina ciudad de Carás, no sólo se prepararon para defensa de la ciudad, sino que mandaron sus avanzadas a explorar el campo enemigo, proyectando un ataque al cuartel general de Manco.
Esta avanzada expedicionaria; fué deshecha en las chacras de Rangrahirca, por los indios de Uzcu Pedro que escondidos en los sembríos, les habían tendido una emboscada.
En represalia de este ataque, fusilaron en Yungay a Bambarén.
Dicen que Bambarén pidió confesión, y los blancos le contestaron. Los perros no se confiesan.
Noticiado Atusparia de que la columna expedicionaria, había sido derrotada, mandó a José Orobio, a Yungay como parlamentario a decirlos que siendo el ejército indio superior a la Guardia Urbana, para evitar el exterminio de los blancos y el saqueo de la ciudad, se rindiesen. Solo así, les garantizaba y respondía por sus propiedades y vidas.
Los blancos contestaron que preferían ser exterminados antes que rendirse a los perros indios.
Viendo la testarudez de los blancos, Atusparia dió orden de a.
vanzar lentamente sobre Yungay. El, a la cabeza de sus tropas.