Amauta 27 Ella sonrió. Sus ojos turbios, al instante luminosos, en un rostro opaco.
Luego seria dió su respuesta. Hoy es Noche Buena.
Suavemente lo llevó hacia la puerta.
ESPERANZA su ACIA tiempo que caminaba. Le parecía que siempre había caminado. que caminaba hacia la nada. que se iba.
Se sentía a sí mismo como algo muy blanco, muy opaco, te blanca, harta de presionar el aire negro, pies blancos aunque agudo: cuello blanco, fino, cansado de respirar, frencansados de caminar. Se sentía a sí mismo como algo blanco que camina siempre desde lo obscuro, por lo obscuro.
No tenía pensamientos. Su pasado era el trazado que sus pasos dejaban. Lo sentía, alto, detrás suyo, arqueándose hacia un horizonte negro, arqueándose más allá del horizonte, el trazo de pasado.
algo que no era él y no era la obscuridad: la mancha de su pasar blanco sobre lo obscuro que no pasa nunca.
Su pasado era sin cuerpo y sin pensamiento. Era blancura moviente. Su pasado era donde se había movido. Sin embargo, algunas nociones lo acompañaban. No tenían dimensión. Eran impalpables como olores. Se movió, un moverse blanco, y con él emanaciones.
cosas que sabía de él y del mundo. cosas frágiles, lastimosas, impalpables como olores.
Algo sabía: estaba sólo. Algo sabía: su soledad no nacía de haber dejado a su amada, pero el haberla dejado nacía de su soledad.
Se amaban. Entre ellos, creciendo allí, como un árbol, su soledad. Como un árbol agrietando una roca su soledad: cuando se estrechaban, cuando sus brazos rodeaban su cuerpo, cuando su boca estaba sobre su boca. la soledad agrietaba la unión, los separaba. Se extendía. Florecía. Crecía hasta que sus ramas eran cielo, hasta que sus raíces eran tierra. hasta que su tronco era vida entre tierra y cielo. Su soledad borró a su amada, lo borró a él mismo. Era blancura moviente, impelida por la soledad a caminar eternamente.
Parado en la esquina de su cuadra trató de convertirse en cosa pensante.
Trató tenazmente: le dolían las piernas: trató de pensar en eso.
Había un vacío blanco en su estómago, pensó en el modo. tenía dinero. de recolorear su estómago de rojo. Frente a él se movían negras humaredas de gente. lentamente, trágicamente, hombres y mujeres con zapatos negros, empujando, apartando rostros blancos, golpeándose mutuamente siempre a través de lo negro.
Golpes largos, perdidos. ante sus ojos el humo blanco rayó la negrura al ir hacia la distancia fecunda. hombres, mujeres. Pequeñas esferas de convulsión trémula.
negro en torno a su blancura, moldeando su blancura. niños. Sobre su sombrero el una balanza en negro sonoro conteniendo todo lo que está sobre y debajo de ella. La estructura que tan cerca tiene sobre sí y tan infinitamente bajo de sí, es una palabra. Su avance repetido y sin sentido tenía para él un significado. Se irguió, rastrojo blanco, y escuchó la palabra del tren, murmuradora, atronadora, débil, escuchando el re