26 Amauta ta, tan rápidamente. en esto estaba la rareza, no en una miserable mujer.
Su boca estaba llena de lágrimas. Brotaron palabras, palabras redondas y fáciles, entre las lágrimas de su boca. Todas las palabras de esta historia lacrimosa. era natural hablar.
Sentada, lo escuchaba tranquila. El cabizbajo, los ojos fijos en el piso.
De vez en cuando los levanta hacia la copa que está sobre la mesa Luego caen de nuevo. Habló así, con facilidad. Ella sentada, las manos cruzadas sobre la falda. Mueve la cabeza en cadencia con las palabras que escucha.
Había poco que contar. Tardó mucho en contarlo. Era para el algo importante. Marfil repitió ella. ahora nada, nada, y es tarde Ella se levantó. Fué vacilante y tímida hacia la puerta. Parecía querer pedir disculpa, preparar una disculpa, cuando le preguntó. Quiere esperarme? No tardaré. Por favor, espere Lo dejó solo.
Permaneció agobiado, los codos sobre las rodillas, cabizbajo. Vió el piso. Vió la bebida intacta era la del segundo brindis el de ella.
Levantó lentamente los ojos y la vió delante de él, sobre él: colocaba algo ante su vista, bajo sus ojos. Luego lo retiró, arrastrando así sus ojos hacia la mesa donde colocó el objeto que quería mostrarle. Son viejos. pero no importa, son mejores que nuevos. No han sido usados desde hacen veinte años. y entonces los usó, solamente un par de veces, una niña. una niña maravillosa.
Su marido se los regalo para Navidad. el primer año de casados. Ella los encontró demasiado finos para usarlos.
Sacó de un papel arrugado un peine y un cepillo de plata. Son muy lindos. no. dijo. creo que servirán. vea qué suerte; temía no encontrar una caja presentable y ésta es perfecta.
Clarence se puso de pie. Eso. ese peine y cepillo de plata. Son antiguos dijo. mejor trabajado que los actuales.
Mirelos. Frescos y limpios.
como ella. Pero no puedo. Debel De entre sus manos inciertas tomó el peine y el cepillo. Sin titubear los colocó en la caja. Con dedos rápidos hizo el paquete y lo ató. Tome.
Movió las manos. Parecían libres y livianas; era como si así las sintiese al moverlas. Ahora, vaya a su casa. Pronto. Diga lo que quiera.
Lo observó, estudiandolo. Será mejor que no diga nada. Déjela creer que algo imprevisto lo detuvo. déjela que se olvide de pensar al mirar el regalo.
La caja estaba en sus manos: también su sombrero y su sobretodo No comprendo dijo con rebeldía.