2 Amauta puestas en arte y respuestas en política. Todo esto tiene que constituir su voluntad de ser y su voluntad de poder.
La misma peripecia de Sócrates en la cultura griega, la misma peripecia de los escolásticos en la Edad Media y la misma peripecia de Descartes en la Edad Moderna tiene que repetirse en nosotros de modo inexorable. Debe repetirse porque de otra suerte no somos ni seremos nada.
Tenemos que responder y definirnos. Nuestra intuición o conjunto de intuiciones tienen que revestirse de su paramento racional para expresarse. Tenemos que crear nuestras propias razones.
Crear y verbalizar estas razones colectivas, extraerlas del caos de lo indefinido, expresar un determinado orden de sabiduría, definir por medio de ellas una determinada estructura o jerarquía vital, he aquí el objeto y la función de la filosofía.
La idea es abstracta, impersonal, antivital, extraña a la sustancia carnal y a la realidad síquica del hombre; es decir, extraña a la vida.
En cambio el pensamiento es algo concreto e individual, algo que está en la carne y en el alma del hombre que lo expresa.
La idea para antropomorfizarse y hacerse pensamiento necesita vehiculizarse a través de la realidad y del corazón del hombre. Sólo a este precio puede hacerse acto, o lo que es lo mismo, un factor operante dentro y fuera del sujeto. No solo se piensa con el cerebro; se piensa con todas las potencias físicas. y espirituales del hombre. EI pensamiento es un todo vivo, orgánico, eficiente y perfectamente estructurado.
La idea carece de ritmo, de vibración y de elocuencia personalos; es ahistórica, eutra, ambigua y hasta cierto punto, vaga e indefinida. La idea carece de estilo, de colorido individual, no se ha sumergido en el abrevadero del hombre. Por el contrario el pensamiento rezume siempre de la historia, es una definición y una distinción entre la indeterminación y el caos de la idea.
El objeto esencial de una filosofía es expresar el estilo de un hombre y de una época, la manera de reaccionar de una raza frente a los enigmas del Universo. Esto equivale a decir que el objeto de la filosofía es el pensamiento. De lo contrario es una fría armazón lógica, indefinida, enteléquica y cadavérica.
Sólo el estilo es definición y orden dentro de la vaguedad caótica del Cosmos, es el mensaje de la Vida a través de cada ser y de cada forma. El estilo es el único vehículo por el que se traduce la vida, se concretiza y se hace perceptible.
La verdad sólo podemos poseerla como estilo, es decir, como ritmo y vibración personales. La verdad es la expresión plena de la realidad biológica, síquica y espiritual del hombre en determinada fase de su evolución histórica. No hay verdad impersonal y completamente abstraída del sujeto viviente y pensante.
En toda filosofía hay dos elementos que no se les diferencia y que a menudo se les confunde. De un lado, una idea o un conjunto de ideas asimiladas, trasfundidas en el ser, estilizadas en el individuo