70 Amauta nas.
El Gobernador Carchis, departe con el capitán que espera. Espera, frío, sol.
La mañana se desenvuelve de las sábanas tibias del alba. Un vuelo de luz cubre los techos de paja. Se visten de rayos de sol los cerros.
Humo del amanecer. El caldo, el desayuno. Asciende un espiral de sueño. Sonnolencia. Los pájaros ya despertaron. Las callecitas salen a las afueras a recibir el sol. Abandono. Un indio encapuchado. el poncho es el paraguas del indio, también es su parasol) sale de una boca de una calle, atraviesa y se acerca a otro. Diálogo. Qué habrá pasado don Sabas. Vamos al plaza pues. Que vamos hacer!
Se van. De sus bocas infladas por la coca, sale humo.
Siguen los sonidos de las campanas perforando el amanecer.
TAN TAN TAN TANNNN TTAAANNNNN!
De las casas, de los corrales y de los cerros salen indios, indios.
Se dirigen a pasos lentos indiecitos. Muchachos, mujeres, viejos, perros.
Se asoman a las puertas cabezas, cuerpos.
Ponchos, ponchos. Mantillas. Faldellines. Caderas circulares. Mantas. El sol juega con los colores de los vestidos. Pluribrillantería. la media hora la plaza de CHAULAN contiene 2000 persoConversaciones y cuchicheos. Por fin el grupo de las autoridades se dirige al centro. Él capitán Rodríguez, valiente capitán, va a hablar: SILENCIO. Los he reunido para que me entreguen las armas que los PONCIANO, TUCTO y otros tienen en su poder. Con estas armas se está fomentado el bandolerismo y la matanza. Una chola grita: Si, Taita, no tengo ya ni una gallina, todos me los ha muerto. Malditos)
Uds. saben, al menos, donde los tienen escondidos. Avíseme; si no tendré que fusilar a los cabecillas, si no declaran pronto. Dónde están los fusiles. Avisen.
Un silencio preñado en las miradas oblícuas. Las bocas rumiantes se detienen. Nada. Se mueven las colas de los perros. Se rascan, bostezan, atentos. Nadie sabe. Nadie responde. ver tú, dice el capitán con ira, dile al cabo que me saque a los presos. Muy bien mi capitán.
Ocho indios se exhiben al sol y a la multitud. Habla sólo el capitán. Como Uds. no avisen o entreguen los fusiles, los voy a fusilar. Entienden. van a morir, ahora mismo. Tu Simulluco, vas a morir. Bueno Taita.
Indecisión. Consulta con el Gobernador, el Juez de Paz y el Alcalde.
Luego: Les perdono la vida, hasta que concluyan el registro de las casas. ver, soldados! registren todas las casas, terrados y chozas. Rápido!
La multitud semiaburrida se dispersa.
El registro estéril. No encuentran sino pocos cartuchos, revólveres PIBODE y cuchillos. La tropa tenía que volverse. Preparativos.
El capitán Rodriguez entró a la glesia, por la sacristía. persiguiendo a una lechuza. en compañía del Cabo Rumique. Observó que en el altar, un santo, San Judas, tenía un rabo oculto con el traje.