68 Amauta Mañana ensillas el caballo azulejo; le pones el bozal nuevo que tejió el sucho Magacho y nos salimos temprano antes que canten los gallos. Pon en la alforja un poco de cancha y cecina. Tú montarás el tordillo.
Después. Has visto a Naticha? Dile que venga y que mañana me ausento.
Debe de estar en el puquio lavando ropa.
Mi sirviente responde. a qué vamos a Chaulán, Taita. Dicen que la gente es muy mala. nosotros quizás no nos pasará nada. Pero esos cholós son muy malos. La otra vez le habían cortado la lengua a SABAS, porque había dicho que este año venían soldados. Muy pendejos cholos de Chaulán, Taita. Yo conozco a Serafín, es el más valiente; ahora es regidor y muy alegre, es.
Hablo. La otra vez ví a un hombre flaco con un poncho cabritilla con rayas verdes. Lo conoces. Quién es?
Magachu. Ah, sí le conozco, Taita. Dicen es el mestro de escuela. Hace poco ha venido de Conahupas; hace poco tiempo, está muy asustado.
Le hacen tener miedo; pobrecito, se vá a morir de susto.
Hablo. Ese nos contará las historias de PONCIANO. Vamos a buscarle. Bueno, Hasta mañana, Taita. Ahí viene Naticha, le voy a decir su encargo. NATICHAAAAAAAAAAAAA. Habla con Naticha. Cansancio. Fumo. Voy a acostarme en el pellón que está tendido cerca de la puerta de la choza. Por ahí veo votado un número de EL COMERCIO. Lo abro: sin editorial. Avisos, avisos. No hay nada de nuevo. Lo dejo. Estoy midiendo la tarde desde esta puerta.
Ya vienen los pastores con sus borregos al corral. Me pongo mi bufanda. Está habiendo frío. Ladridos de perros que trasmiten frío.
Más ladridos. Qué hora es? El reloj: y 23 Está oscureciendo.
Cansancio. Fumo, fastidio y quietud.
Sueño. sueño. sueño. en gran cantidad.
Despierto. Una voz. Taita, te llaman a comer.
Me levanto. Bueno, ya vengo.
La noche. Noche serrana. Cerrada. Cerrada. Siéntese, no tenga cuidado. He venido aquí solo por pasar el día y saber las cosas de estas gentes. Ud. es el preceptor? Sí me lo contaron. Siéntese. por qué no se sienta. Choza con pretensiones de casa. Aquí el mueblaje no existe. Una silleta que ya se abraza al suelo. Un poyo. Monturas, alforjas, vasijas, un retrato fugitivo de Cristo en la pared que ya no se salva: pellejos de vaca, de carnero, ponchos, paquetes; en un ángulo: un fogón olvidadizo.
Ei preceptor va a hablar. Mi hombre tiene voz débil. Ha comido poco, y seguramente el