BourgeoisieWorking Class

64 Amauta trumento de opresión de una clase por otra que haya conocido pueblo alguno de América Latina. Empero, la estabilidad y la solidéz del feudalismo eran sólo aparentes. una beatífica quietud de superficie se oponía la honda, subterránea descomposición interior. México, vasta promesa geográfica económica como mercado, como fuente productora de materias primas, como reserva incalculable de mano de obra depauperada y escenario inexplotado para grandes y productivas inversiones, tenía que tentar la voracidad avizora de las grandes potencias que apuntaban ya su fase imperialista moderna. Amparados por la posibilidad de coexistencia en los países económicamente retrasados, de feudalidad e industrialismo, fruto imperialista, los capitales extranjeros habían iniciado un período de penetración sistemática y creciente que habría de favorecer primariamente la descomposición orgánica de la estructura feudal. De 1881 a 1900, la red ferroviaria había ascendido de 516 kilómetros a 14. 800 kilómetros, mientras su rendimiento anual subía de 000. 000 de pesos a 47. 150. 000. La industria minera que hasta 1880 producía, en promedio anual, 28. 000. 000 de pesos, daba en 1900 92. 000. 000. Las importaciones de maquinaria, aparatos mecánicos y vehículos, que en 1903 llegaban a la suma de 11. 698. 808 pesos, alcanzaban en 1910 a 32. 275. 566. En 1876 el volúmen de las importaciones era de 28. 000. 000 de pesos y el de las exportaciones de 32. 000. 000; en 1910, el de las importaciones llegaba a 214. 123. 915 pesos y a 277. 638. 697 pesos el de las exportaciones. Las fábricas de hilados y tejidos de algodón 118 en 1896 sumaban 135 en 1901. así progresivamente, a la sombra de leoninas concesiones otorgadas a los capitales y empresas extranjeras, van surgiendo fábricas de papel, cristalería, loza y porcelana; de acero, yutе y henequén; 72 fábricas de cerveza en 1898, 721 de tabaco y 217 de alcohol para 1900. En el órden financiero, en 1880 operaba una deficiente sucursal bancaria único banco en el país sin capital conocido y sin transacciones regulares. Al finalizar el siglo pasado, veinte Bancos de concesión federal regían las finanzas nacionales con un activo de 200. 000. 000 de pesos. Es decir, año a año, momento a momento, la infiltración ascendente de capitales extranjeros, al desarrollar nuevas y diversas actividades productivas, tiende a modificar sustancialmente la realidad actuante en el país, generando la presencia de fuerzas sociales hasta entonces mantenidas larvada, incipientemente. La presencia imperialista, que cobra para los países coloniales y semicoloniales la importancia de un vehículo de industrialización, no únicamente suscita la formación de un proletariado ciudadano neto al servicio de sus usinas, fábricas, centros mineros y medios de transporte, sino también alienta la contexturación de una clase comerciante, mercantil, nutrida de sus piltrafas y exigencias a su sombra amparadora. Tal el fenómeno producido en México dentro del panorama aparentemente estático, yerto, de la feudalidad. Cupo, pues, a esta clase mercantil, sector desarrollado de la pequeña burguesía, la función de crear una acentuada pugna con las fuerzas de la aristocracia feudal en el Poder, un antagonismo que se resuelve en el choque catastrófico y sangriento que es la revolución mexicana: social y económicamente, el impulso de la pequeña burguesía, constreñida por los marcos estrechos del feudalismo, para trillar nuevos derroteros a sus