46 Amauta La aventura del Prefecto Noriega.
En casa de los Antunez se celebraba una gran fiesta en honor del Prefecto Noriega.
La media noche sería, cuando la alegre reunión, fué interrumpida por la llegada de los soldados de Vidaurre. Corrida la noticia de la sublevación, el Prefecto que estaba chispo. dió orden a su escolta, de volver inmediatamente a Huarás a castigar a los amotinados. pesar de los ruegos de las damas, el Prefecto montó a caballo. Su escolta le siguió, pero, no muy lejos, aprovechando la obscuridad de la noche, tomaron distinto camino al que conducía a Huarás.
Con el frío de la madrugada, se le pasó la borrachera, y con ellas el valor completamente sólo, se encontraba frente a Recuay.
Los indios recuainos, al ver su brillante uniforme de Coronel, lo reconocieron: Es el Prefecto Noriega. lincharlo!
Noriega espoleó desesperadamente a su caballo. Los de Recuay, toda gente de a caballo, lo siguieron. Una carrera desenfrenada. El corcel de Noriega resbaló, cayendo en una zanja. El Prefecto de pié, huyó por los breñales. En una choza de pastores escondióse, y no encontrándose todavía muy seguro, se metió con grandes esfuerzos debajo de un camastro que servía a la vez de gallinero y cuyero.
Los perseguidores inpeccionaron la choza, mas no revisaron el camastro, pues en sus cerebros simples, se les hacía imposible que un personaje que lleva charreteras y botones de oro y se titula Excelentísimo Señor. pudiera esconderse en un estrecho y maloliente gallirero. Esperaban más bien, verlo surgir en la cumbre de algún picacho, dispuesto a jugarse la vida.
Pasado el peligro, nuestro Prefecto, disfrazóse con unas viejas ropas de pastor, que había colgadas; dejando en su lugar, su ya no muy limpio uniforme de gala, que después fué encontrado por el dueño de la choza, y años mas tarde sirvió (y creo que también actualmente) para disfrazarse de mojiganga en el baile de los coroneles.
El Prefecto terriblemente miedoso, no paró hasta el Puerto de Huarmey, dónde se embarcó en un balandro que se hacía a la vela para el Callao.
El Gobernador Collazos, formó en Huarmey una pequeña partida de bandoleros y dedicóse a robar reses en las alturas.
Un Bando y una misa.
Atusparia hizo pregonar (en quechua) el siguiente Bando. Pedro Pablo, Alcalde de Marián y del Barrio de la Restauración, y Delegado supremo de las Estancias y Ayllus. Dice: Que habiendo triunfado la sublevación, se dicten las medidas siguientes: Primero: Respetar a los blancos de Huarás, que se hallan encerrados en sus casas, pues ellos se han mantenido neutrales en la lucha contra los soldados.
Que muchos blancos han estado a favor de los indios, por haber sugerido ideas y alentado reclamos en contra del tributo personal, y de las otras exacciones impuestas por el Prefecto Noriega. Segundo: Hacer llamamiento todos los indígenas de Ancash, La Libertad y Huánuco, a plegarse a la sublevación de Huarás, para afrontar las futuras contingencias, y poder, aunque sea por medio de las armas, imponer al Gobierno de Lima, la aceptación de los Reclamos un