Amauta 37 otros días Chaplin trabajaba no menos meticulosamente pero si mucho más a prisa. Sus temas han sido siempre la transcripción exacta del genio de su vida. Pero cuando su vida era más simple el puente que la unía a su obra estaba más cercano.
Le era más fácil al hombre mantenerse impenetrable, intocado y originalmente él mismo. La instintiva operación de su voluntad no había hallado invasión demasiado hiriente o fatigosa que repeler. Pero ha tenido que pagar derechos por su camino y esos derechos se han vuelto muy crecidos. Es difícil mantenerse en aislamiento cuando se es tan vehemente como Chaplin y cuando, precisamente porque el mundo amaba su soledad, ha hecho todo lo posible por destruírla. Sus recientes esfuerzos, no tanto contra el clamor del público como contra la propia necesidad humana de esa paz y ese amor que sólo pueden ganarse por medio de la unión con otro ser, lo han hecho consciente de sí mismo. Conciencia y fatiga se han interpuesto entre él y su jornada retardándolo y retardando su obra, que es la expresión de esa jornada. Su pelo ha encanecido y su hermoso rostro tiene arrugas.
El Circo marca la crisis. El año terrible. que separó las últimas escenas, de las que se tomaron primero, trajo una nueva sombra a su arte. El asunto de la película en que trabaja actualmente es el más meditativo, más complejo, más sombrío que haya imaginado nunca. En esta obra se manifiesta un progreso semejante al que distingue el fin de Don Quijote comparado con su elegre principio. Chaplin está solo aún, intacto aún; pero la lucha que ha debido sostener para permanecer así lo ha gastado. El destino natural de un hombre tan apasionado es perderse a sí mismo. Hasta ahora Chaplin ha rehusado esta muerte que significaría, sin duda, la muerte de su viejo arte alegre; que pudiera significar el nacimiento de un nuevo artista trágico. Entre tanto las circunstancias de su carrera en Hollywood han conspirado para perfeccionar su soledad. Había aquí un artista cuyo tema era una emoción esencial: el medio pantomimico de la película estaba ahí para expresar a ese artista. Pero ahora la industria cinematográfica de Hollywood decide hablar. Chaplin cuya excelencia le apartó ya bastante se encuentra casi literalmente solo.
Está siguiendo su camino un poco más completamente de lo que hubiera soñado. Está sólo en su gran casa, solo con sus pocos amigos que lo quieren pero que no pueden realmente llegar a él. Está solo entre sus camaradas de profesión que, al revés de él, han abandonado la plícula silenciosa. Chaplin ha alcanzado una meta. Una meta es un fin. Un fin puede ser, también, un principio. El año de las dificultades con su segunda mujer, acerca de las cuales no se ha dicho la verdad.