18 Amauta LOS MATES EL YARAVI Percy Gibson. OS mates burilados y policromados de los artistas ayacuchanos y huanteños son piezas fuertes de ingenuidad y de carácter andino. Traducen la vida y el paisaje serrano con la fuerte sencillez de los primitivos.
La cordillera es hosca y monumental, graciosa y atrayente. Tiene un encanto musical. Todo canta arriba en las alturas. Es una arquitectura sonora y plácida, fiera y arrulladora. Desde sus basamentos en el Pacífico hasta las nieves vecinas al sol hay una estructura orquestal de matices y arrebatos. El cósmico estruendo del Ande al surgir ha dejado perdurables vibraciones de diapasón por las moles de la cordillera y los hombres andinos llevan el eco sonoro en sus nervios, llevan el ritmo telúrico.
La visión de la sierra también es musical, siempre compone. Una inmensa nube en tono menor, el cantarino dorado del cerro, el cactus de seco sonido, el argentado sonido del arroyo y la vida: el indio, la hilandera, y la llama garbosa de asombrados ojos negros batutea con cabeza nerviosa y ritmo ritual una antigua pastoral de qquenas, antaras y pincullos. Los indios bailan al compás de esta sonoridad y acaban el cuadro con sus figuras y su color. Sus danzas traducen la cadencia áspera y suave de la sierra, en el esforzado jadeo de empinada cuesta, en el acelerado caminar por dilatada meseta y la dejadez del cuerpo en los tortuosos descensos. Así trascurre su vida en ininterrumpida fiesta mu