10 Amauta ce: gadas de lluvia, son de un color gris azulino. Por la carretera pasan tintineando en sus bicicletas las columnas de obreros que vuelven de la fábrica.
Ferd von plantado delante de mí, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de cuero, lanza a las tierras de una patada una piedrecilla blanca de mármol. Lo que Brosius acaba de hacer con el pobre Silberstein es una cochinada. sabes?
Yo asiento con un gesto. Sobre el pecho se me desmigaja el pan ácimo. Ya sabe él con quién lo hace. Claro! Es muy fácil burlarse de un infeliz que sabe que no puede defenderse. si se lo cuenta a su padre, éste no conseguirá nada con acusarle. Brosius tiene una influencia enorme con el director, que le considera mucho, y mi padre me ha dicho que en el Ministerio le guardan también la espalda buenos amigos.
Ferd se sienta a mi lado, dejando caer un poco hacia adelante su cabeza menuda. Cruza las piernas y se pone a silbar. Algo grande está pensando, pues apoya contra la nariz el dedo índice de la mano derecha.
De pronto, se levanta y corta una varita de la salguera. al tiempo que con ella descabeza un par de flores de diente de león, cuyo zumo amarillo brilla venenoso entre el verde tierno de las hierbas, me di Tenemos que proteger a Silberstein. diciendo esto, golpea furioso la hierba. Magnífico! le contesto, entusiasmado con la idea Silberstein es muy buen chico. El otro día me ayudó a copiar en su casa toda la tarea de francés, pues no acaba de entrarme eso del subjuntivo.
Ferd me dirige una mirada severa. No se trata de que sea un buen chico. Hay muchos que lo son y a mí no se me da un pitoche de ellos. Pero el pobre León no tiene a nadie que le proteja. En el fútbol, todos le echan la zancadilla, y luego le insultan y se ríen de él si tropieza y cae. Todo le sale al revés. En todas partes se da de bruces, y todos le hacen burla, porque nadie le defiende. No puede presumir de tener un primo en la Marina, ni de las condecoraciones de su padre, ni siquiera tiene un tío que sea doctor. su techo no es como los nuestros. Por todas partes lo traspasan, con risotadas, la burla y el desprecio. El cree seguramente que todo esto forma parte de su vida, y está triste, como es natural, de tener semejante vida. si Brosius le sigue tratando así, le parecerá también natural.
Ferd pone cara de viejo. La frente se le puebla de importantes arrugas, y las aletas de la nariz se le juntan. Su boca es un trazo agudo. Mi padre. me dijo el otro día que era mi deber proteger al débil y que era repugnante pegar a quien se sabe que no puede defenderBrosius es un canalla. Es un vanidoso. Mi prima me ha contado que no habla más que de sí mismo y del Káiser. Es un cobarde, como todos los que hablan en voz alta dijo Ferd riéndose, y se puso a revolver en un charco con su varita. Pero hará carrera. No sé quién dijo que iban a hacerle diputado.
se.