4 Amauta humanas. El hecho de refaccionar, de ajustar esos cuadros no sabría salvarlos y el drama de la vida y el pensamiento de Maurras consiste ante todo en haber sido formado por doctrinas estáticas las que se denomina clásicas en un tiempo en que la movilidad de toda cosa se manifiesta con una violencia hasta hoy desconocida y en haber elaborado sus teorías en una época en que las consecuencias de los hechos que acabo de señalar no habían llegado a la madurez explosiva que advertimos actualmente: el genio de Marx podía anticipar el porvenir; la formación de un Maurras según las disciplinas de una cultura demasiado sumaria y que no tiene la ilusión de haber descubierto verdades eternas sino por estar demasiado limitada en el tiempo y en el espacio, debía incitarlo a volverse hacia el pasado sin buscar la solución de los problemas que lo obsedían.
Entretanto, yo había escrito tres novelas que, demasiado apresuradas y llenas de inexperiencia, no valen gran cosa y no significan nada. Colaboraba en diferentes revistas, me interesaba más vivamente en la vida intelectual internacional. todo esto afirmaba. en mí un poder de análisis y desarrollaba un conocimiento de las costumbres y problemas de la hora que me convencieron pronto de la necesidad de una respuesta y de un renovamiento de todos los valores en curso.
Había pensado ya en el comunismo, pero no lo había estudiado sino según sus adversarios: fué el viaje a Rusia de mi amigo George Duhamel y una conversación que tuvimos en seguida, lo que me decidió a un examen más serio. Leí a Marx, Engels, Plejanov, Lenin, Bakunin y otros; conocí a algunos comunistas y este fué para mí el camino de Damasco. No solamente porque me sentía conquistado por la solidez de sus bases filosóficas, tan objetivas, y por la justeza de su doctrina social, sino porque encontraba explicaré cómo en artículos ulteriores sea la respuesta a todas las cuestiones que me atormentaban, sea una vía abierta a las más fructuosas búsquedas. Así, cuando un amigo me ha reprochado el abandonar lo estético por lo social y el ser a mi turno, un clerc que traiciona, he podido responderle que, al contrario, el arte y la causa del espíritu en general no tienen ya, en mi opinión, nada que esperar de una civilización agotada y presa de las convulsiones de la agonía, pero que obtendrán un maravilloso poder de rejuvenecimiento y renovación, de enriquecimiento, del triunfo fatal de ese proletariado virgen y vigoroso que porta en sí todos los secretos y todas las fuerzas del porvenir.
No he podido, como se comprende, sino sintetizar una evolución que ha sufrido muchas más fluctuaciones y de las cuales se encontrará una exposición más minuciosa en mis memorias cuando estén listas, y cuyos resultados serán enunciados con más amplitud en los otros artículos que he anunciado. Ahora, después de un corto pasaje por el partido socialista, heme aquí comunista. Si no todavía oficialmente, al menos con todo mi ser. las tareas que impone o que permitirá el advenimiento de la sociedad, cuyos artesanos serán los parias de hoy, son bastante bellas y bastante grandes para llenar una existencia y darle un sentido.
Traducido para Amauta de Monde. Nº 62, 10 de agosto de 1929