68 Amauta Han traído, desde sus querencias, la ira en la punta de las astas.
Una yegua baya agoniza de la tremenda cornada que le ha dado un toro negro en el vientre.
Una chancha flaca, rendida, grita asmosamente aplastada por bueyes mansos.
las Los becerros balan desesperadamente topeteándose contra ancas de los potrillos que se acurpan.
Un par de burros viejos, con los belfos caídos, discuten sobre años en un canto del corral.
La indiería se ha tendido en las pircas como un arcoíris.
Han venido siguiendo sus animales, sin más friambre que requesones y leche sango.
Las órdenes de don Antonio se cumplen extrictamente. guay de que no.
Junto a la mesa de escritorio se va llenando de dinero, minuto a minuto, un cajón manual hecho a propósito.
Los corrales comienzan a hacer la digestión de animales, gracias a los buenos laxantes diarios.
Don Antonio ha cosechado dinero este año.
Los indios, como gusanos en abandono, suben apenas, cuesta arriba, con sus ganados dispersos, que no fueron del antojo, ni del patrón, ni de su mujer, ni de los hijos de don Antonio.
Los corrales despiden un olor a estiércol fresco.
La casa de hacienda está muy molida de trotes.
Don Antonio va a pasar este año un gran 28 en Cajamarca, al fin que ya ha consumado el degüello.
El irá de mayordomo del Santísimo y del Corpus Christi y se arrepentirá de todo hasta el próximo año.
Nazario CHAVEZ.