6 Amauta ro.
se encontraría otra cara como la suya. Una máscara blanca, de tan mágica belleza, que quien la ve se siente instintivamente impulsado a doblar ante ella la rodilla. Después del trabajo, este rostro resplandece como blanco mármol con las perladas gotas de sudor en la frente.
En sus años mozos, Boss era imperioso, testarudo, gruñón; considerábase obligado a atormentar a su mujer y a humillarla delante de su familia.
Por encima de los muros de los sótanos y las buhardillas, las cárceles y las fábricas, fluyen y rebosan, formando arroyos, ríos y mares, las aguas silentes y tranquilas de la solidaridad de clase del pueblo obreY con paciencia infinita van lamiendo y socavando los barrotes y las piedras, amontonando grano tras grano de arena, hasta que llega el día en que la marejada de la rebeldía rompe los diques minados.
También para Boss llegó este día. El zapatero tullido de abajo subió renqueando hasta el primer piso, descansó un rato, siguió trepando hasta el segundo, llamó a la puerta y entró. Venía a ofrecer a Boss el Diario Obrero.
Se hizo un gran silencio. La pálida cara de Minna palideció todavía más, y fué a refugiarse junto al fogón. El zapatero tomó asiento.
El periódico costaba veinte pfennigs. Boss, sofocado, ahogándose casi, arroja sobre la mesa los céntimos, y de propina un objeto de acero, de color gris. Llévatelo. Es todo lo que he sacado de la vida.
La cruz de hierro. Por servicios auxiliares de guerra. Guillelmus Rex y encima una corona!
ZAPATILLAS ra.
cuarenAPATILLAS cómodas y calientes, de pelo de camello, cuatro marcos cincuenta el par.
Frau Kremer vive de confeccionar estas zapatillas y gana cuatro marcos por cada cien piezas, Cose cinco en una hoSu hija, que sólo lleva dos años en este oficio, remata siete zapatillas cada cincuenta y cinco minutos. Después de ta años de trabajo, la pobre vieja queda rezagada de un golpe ante la superioridad puramente mecánica de la juventud. Lo mismo que un caballo de punto. Su arte no gana nada por muchos años que lleve trotando sobre el asfalto. La aguja, sostenida entre los dedos con el callo nacido expresamente para esto, es enhebrada con la rapidez del rayo; de nada te sirve, pues eres un potranco viejo, caduco, y cualquier potrillo recién llegado de la aldea te pasará, por el solo hecho de tener veinte años menos.
El jornal no aumenta porque el obrero ponga en tensión sus fuerzas con vehemencia desesperada. Cuanto más rápida vuela la aguja, con más frecuencia se rompe la ruin hebra, de la que también saca su provecho el patrono. Todo está calculado hasta por fracciones de céntimo, sin dejar el menor resguicio para el ahorro.
Las zapatillas con forro guateado son encantadoras, y se pagan mejor. No hay obrera joven, inexperta en el oficio, que no caiga en la trampa. Pero Frau Kremer conoce bien el negocio. Que otras se quemen los dedos, si quieren, en esta clase de confección; ella sabe perfectamente que el quid está en las agujas. La suela doble no es tan fácil de atravesar con la puntada como la sencilla. el industrial entre